Capítulo 2

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-Ojalá existiera alguien tan sexy como Chat Noir- dice Eliott suspirando.

Lo miré de reojo y le dí un codazo.

-Pero si tu ya tienes a tu "amigo".- dije mientras hacía comillas con los dedos.

-Tengo novio Aria, no ceguera, así que se me permite fantasear- dijo levantando una sola ceja.

Yo me reí a carcajadas y luego recordé porqué Eliott estaba aquí.

-Oye, tu no tenías que contarme algo?

Él me sonrió, se posicionó frente a mi y empezó a hablar sin parar, como siempre. Entonces supe que había estado esperando todo este tiempo para contármelo.

-El miércoles de la semana pasada, después del entrenamiento de waterpolo quedé con él. Me dijo que su casa iba a estar vacía y que podíamos ir si me apetecía. Al principio me puse nervioso, pero me dije: "qué narices, este tío está demasiado bueno como para decirle que no".- me reí ante su comentario y él continuó.- así que me acerqué a él y le deje un beso húmedo en el cuello. Fue el camino más largo de mi vida. Al llegar a su casa ni siquiera nos dio tiempo de ir a su habitación. Pronto ambos nos quedamos sin camiseta entre besos y caricias. Cuando iba a por su pantalón, escuchamos como cerraban la puerta de un coche. Segundos después y sin darme cuenta me encontraba recogiendo mi ropa a toda velocidad y dirigiéndome al garaje a esperar para poder irme. No contaba con que alguien bajara las escaleras así que me escondí en el primer lugar que encontré. El cubo de basura.

-Eliott, ¿en serio? Porque en un armario no era posible, ¿no?.- dije entre risas.

-¡No había tiempo para pensar!-dijo poniéndose rojo de la risa.- si sus padres me veían allí semidesnudo iban a hacerse muchas preguntas.

-¡¿Ellos aun no saben que él es gay?!

Él negó con la cabeza.

-No, no es tan fácil como crees, ni siquiera su mejor amiga lo sabe.

En ese momento comprendí lo importante que debía ser para Eliott, pues yo fui la primera en saber que él era gay.

-Me alegra que tengas la confianza como para habérmelo contado.- dije y le dí un abrazo. 

Él tardó unos segundos en reaccionar y por eso supe que estaba algo tenso. De un momento a otro, Eliott empezó a hacerme cosquillas. Incluso antes de que llegara a tocarme, yo ya empecé a retorcerme. Sin darme cuenta, tiré mi batido de Starbucks y sin tiempo para reaccionar, mi perro Pipo ya lo estaba lamiendo.

-¿No crees que deberías limpiar eso?- me preguntó.

-¿Para qué crees que tengo a Pipo?

Él puso los ojos en blanco y dijo:

-Bueno, cambiemos de tema-hizo una pausa y me miró de forma pícara.- ¿cómo fue el Campeonato de Waterpolo? 

-Muy bien. Me perdí cincuenta veces, pero ya me conoces. 

-No hace falta que me lo digas dos veces, ¿no te acuerdas de cuando fuimos al Mount Weather?

- No me lo recuerdes por favor- dije tapándome la cara con una almohada.

- Todo el instituto lo recuerda, ¡te perdiste en una cueva de tres pasillos y ibas detrás del guía!

-¿Es que a quién se le ocurre apagar frontales? Creí que os habías ido sin mi...

- ¡Estaba a un metro de ti!-llegados a ese punto, Eli ya estaba llorando de la risa.

- Lo importante es que me encontrasteis.

- Con el grito que pegaste como para no hacerlo

- ¡Pensaba que acabaría como esos huesos!

- ¡Eran huesos de Homo erectus! Hace miles de años que se extinguieron.

- Huesos son huesos.

- Esos huesos te llevaron a la portada del anuario.

- Salía divina y lo sabes- dije apartándome el pelo dramáticamente-, pero volviendo al voluntariado, no te vas a creer lo que hizo Alyssa.

- Me espero cualquier cosa la verdad.

- ¡Le dio su número a un desconocido!

- Lo importante aquí es, ¿estaba bueno?

- Aly se conforma con cualquier tío, es que ¿no la conoces?

-¿Tu no conociste a nadie?-dijo codeándome.

- Solo a un imbécil que desgraciadamente estaba muy bueno.

Durante una fracción de segundo, me pareció ver un atisbo de decepción en sus ojos la cual sustituyó con una gran sonrisa.

- Imbécil o no, la próxima vez ataca.

Seguimos hablando durante la siguiente hora hasta que su madre llamó y tuvo que irse a su casa. 

Sin perder el tiempo revisé mi móvil y vi que tenia un mensaje nuevo. Una gran sonrisa apareció en mi rostro cuándo vi de quién era, y se ensanchó aún más al leer lo que decía:

- Te echo de menos.







Aguas OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora