Otra vez.

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Y así culminó esa noche. Yuri se había encontrado con su compañero, y todo estaba completamente realizado.
Sobra decir que Yule se había ido con una sonrisa en sus labios, y aunque fuera algo extraño, Yuri también.
Estando ya en su casa seguía rondando aquél beso en su mejilla. Cientos de preguntas acechaban su mente. ¿Por qué? ¿Quién era ella? ¿Cómo podía decir esas cosas? Y siguió con ellas hasta caer dormida.

A la mañana siguiente, como era de costumbre.
Yuri se despertó y lo primero que hizo fue tomar el celular entre sus manos y revisar lo que había en este. Se sorprendió cuando encontró un mensaje de Yule el cual decía: —Espero todo haya terminado bien anoche, gracias por dejarme verte.
Sin pensarlo dos veces, Yuri respondió; —Gracias, así fue. Buen día.
Al otro lado de la pantalla, la castaña sonrió de sobre manera. Siguiéndole a la conversación.
Al parecer ya has despertado. ¿Cómo amaneces? ¿Todo bien?
Sí, gracias. ¿Tú qué tal?
-Muy bien, gracias. ¿Qué harás hoy?
Nada. Hoy es mi día de descanso. Domingo a fin de cuentas.
Bueno, era hora. Lo mereces.
Y así surgían cada vez más respuestas, hablaron como por dos horas, hasta que una pregunta hizo todo aún mejor.

¿Crees que podamos repetir lo de ayer? Es decir, el lugar era bonito. Y sé que puedo ir sola, pero a veces las cosas tienen más gracia si se tiene compañía.
No hace falta preguntarlo. Claro que sí. ¿A qué horas?
¿7:30 está bien para ti?
¡Claro! Ahí estaré.

Dieron las siete y media, la espera había parecido eterna, pero por fin. Yule estaba situada en aquella roca con sus piernas contra su pecho, mientras su mirada estaba fija en el cielo. Había luna llena y estaba repleto de estrellas. Era simplemente precioso. No mucho después un ruido la interrumpió, era la respiración de Yuri. Estaba pesada y agitada.
— Lamento.. la demora. - Decía tras tomar bocanadas de aire. Yule no dijo nada en ese momento, solo se quedó mirándola de pies a cabeza.
Esta vez la más alta llevaba el cabello mojado, como si hubiera sido lavado no mucho tiempo antes. Vestía un buso negro el cual tenía unas letras estampadas en él. Junto a un short el cual hacía lucir sus piernas. Y como era de esperarse, llevaba aquella gorra.
— No.. no importa. Lo importante es que llegaste. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás así de agitada?
—El auto no encendió. Al parecer la suerte nunca está conmigo.
— No digas eso. Mejor ven, toma asiento. - Indicó, con una leve sonrisa en sus labios, a la par que un leve color carmesí hacía presencia en sus mejillas.
Yuri subió adaptando la misma posición que tenía la contraria antes. Empezando a reír de manera baja, regañándose internamente por esto.
— Cierra los ojos. - Ordenó.
— ¿Ah? ¿Para qué?
— Solo ciérralos.
— Acabas de llegar y ya me estás mandando. Al menos di por favor.
— Por favor.

Y así fue, Yule cerró sus ojos aunque no sin antes bufar por ello y por el tono que manejaba la adversa.

— Ya. Puedes abrirlos. - Yule se sorprendió instantáneamente abriendo los ojos de par en par. Sin decir palabra alguna.

— Sé que no están en su mejor estado, pero no tenía cómo más traerlas sin hacerlas notar.
Eran unas flores, ya parecían hasta estar marchitas. No les podía hallar una clara forma, pero por sus colores y la forma de sus pétalos parecían unas margaritas.

Sin más, Yuri tendió las flores, y Yule las recibió con una gran sonrisa en sus labios, y de manera instantánea balanceándose sobre ella.
Y así duraron un buen rato.
Sólo las dos. En una noche con el mejor de los climas. Con un cielo completamente estrellado. Y una luna siendo el reflector de aquél acto.

y&y.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora