🌟|•Capítulo 29•|🌟

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Sentí unas gotas frías caer sobre mi rostro y alcé la cabeza de la mesa sobresaltada

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Sentí unas gotas frías caer sobre mi rostro y alcé la cabeza de la mesa sobresaltada.

Fue cuestión de segundos para que mis mejillas se calentaran por la vergüenza.

Las paredes rosas de la casa de Joeannie me pegaron como luces en los ojos, nos había tocado reunirnos para terminar el trabajo, pero se nos hizo tarde, y tenía tanto sueño que en uno de los aburridos discursos de la susodicha sobre ropa y cosméticos me quedé dormida con la cabeza apoyada en la mesa.

La noche anterior no pude pegar el ojo luego de discutir con mi madre sobre mi castigo, y con Jazmín por utilizar la desaparición de Josh como una manera de burlarse de mí.

Ella no sabe absolutamente nada, o eso me dio a entender.

—Perdón —murmuro y los ojos de la castaña me acuchillan, demostrándome su enojo.

Le sonrío con inocencia.

—¿Por lo menos escuchaste algo de lo que dije? —pregunta mirándome mal y asiento, mientras intento recordar lo que hablaba antes de que me durmiera—. A ver... ¿Qué dije? —me reta y elevo una de mis cejas.

¿En serio me preguntará eso, como si tengo cinco años?

—Que el aceite de coco quita las arrugas —respondo sin estar completamente segura—. Pero ni entiendo porque te preocupas por eso ahora, ¿O acaso ya te salen arrugas? —la miro fijamente, tomándome unos segundos para bostezar y escucho una risita proveniente de Priscilla.

—¿Qué? —me mira sin entender—. Claro que no me salen arrugas, solo lo digo por si acaso tienen cicatrices.

—Vine a hacer un trabajo, no a escuchar tus consejos sobre belleza —mantengo mi expresión seria.

Si no tengo amigos, ¿Para qué ganármelos con hipocresía?

La chica me mira con orgullo y vuelve su cara a la hoja.

—Eres una malagradecida.

—¿Si te digo gracias sin sentirlo se me quita lo malagradecida? —le sonrío sarcástica—. No, ¿verdad? Pues déjame tranquila.

Joeannie vuelca los ojos deteniéndolos sobre Emily enviándole un mensaje con la mirada, que claramente la otra respondió.

—Bueno, ya es tarde... Yo me voy —me pongo de pies tomando mi mochila sin esperar sus respuestas—. ¡Adiós!

Fue cuestión de segundos para que Priscilla estuviera a mi lado, nos iríamos juntas y ella también está loca por salir hace rato.

Justo antes de que lleguemos a la puerta Emily habla lanzándonos una mirada de odio total.

—Por su culpa vamos a dejar biología.

La rubia había dejado de masticar la punta de su lapicero azul unos segundos antes y ahora nos señalaba con el mismo.

Los ojos también mienten © #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora