🌟|•Capítulo 53•|🌟

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En resumen, todo comenzó por una historia de amor, pero no la mía, la de mi hermana

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En resumen, todo comenzó por una historia de amor, pero no la mía, la de mi hermana.

Sí, luego también me enamoré, pero hasta ese momento tenía un concepto tan básico como Edward Collings para el amor.

Entonces, pequeña, ahora que no te tengo, estoy escribiendo estás palabras para que algún día al verlas, tal vez, puedas perdonarme. Yo jamás podré hacerlo, lastimé a tu padre, lastimé a tu hermano, te lastimé a ti y ahora estoy pagando las consecuencias de mis horribles actos.

Te lo contaré tal y como sucedió, que no te sorprenda que lo escriba como en una novela, pues siempre soñé con ser escritora, ahora eso ya no importa porque sólo sueño con ser tu madre.

Comenzaré por el día en que lo planeamos.

Aquella mañana del catorce de febrero yo estaba sentada en el parque escolar, unas horas antes de que se acabaran las clases y volviéramos a casa.

Mi hermana y yo ya no pasábamos el tiempo juntas, todas las horas de sus días eran invertidas en Edward Collings, cada vez nos alejábamos más y aquello fue pactado luego del inconveniente de año nuevo.

Verlos juntos me enfermaba.

Estaba frustrada y muerta de amor por él, no te lo puedo negar, pero ver cómo arrancaba a mi hermana de mis brazos me desquiciaba. Ella siempre había estado conmigo, yo no conocía la soledad.

—¿Estás bien? —preguntó Leticia sentándose a mi lado, con aquellas coletas que siempre llevaba, siendo ella la única amiga que me quedaba.

—Sí —le respondí—. ¿Por qué?

—Te notas decaída, ¿No es así, Manuel? —su hermano estaba sentado a pocos metros de nosotros bajo la sombra de un árbol con un libro de mecánica en sus manos.

—Sí... Así te ves —respondió pasando la página sin apartar sus ojos del texto—. ¿Te pasa algo, Chantie?

Sólo suspiré...

—Mi hermana... Está cambiando —le expreso mis inquietudes y eso sí parece llamar su atención, puesto que cerró el libro y enfocó sus ojos verdísimos en mí.

—Ya sabes cómo es —comentó Leticia—. Ella siempre es así.

—Está entrando en la madurez —explica Manuel—. A esta edad llegan los primeros enamoramientos. No era de esperar que se fijara en el primer tipo con ojos bonitos y linda sonrisa que se le pasara por delante. Él es un idiota.

—Es bastante listo —lo contradigo.

—¿Y qué te molesta?

Incomoda miré las puntillas de mis zapatos color escarlata, esos que no combinaban en lo absoluto con mi uniforme color verde, pero que me encantaba usar debido a que al llevarlos puestos me sentía una diosa. Unos zapatos rojos siempre serán la solución a los problemas.

Los ojos también mienten © #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora