El día que le conocí, yo estaba en casa de unos amigos. Yo tonteaba con uno de los chicos que había ahí, estábamos todos fuera de la casa, bebiéndonos unas copas. Con música de ambiente, bajita. Me sentía contenta, estaba completamente relajada y con gente que me hacía sentir cómoda. Me reía, y no por el alcohol, el alcohol era lo de menos.
Estaba en la mesa redonda,jugando a las cartas con mis amigos, cuando le ví.
Pasó dentro y nos saludó, dos besos, un qué tal. Lo normal.
Me tomaba mi copa mientras me reía, ganaba alguna que otra vez.
Dash se sentó con nosotros, y se puso a jugar, mientras hablaba con el chico con el que yo tenía algo.
Al cabo de unos minutos me cansé del juego,y cogí mis pinzas de las cejas. Fuí al baño a por un espejo, y volví al salón. Decidí hacerme las cejas fuera, ya que había mejor iluminación, y me fui al balancín.
Me quedé observando aquel bonito jardín. Llevaba fuera de casa un par de días. Mis padres estarían que trinan cuando llegara a casa, aunque bueno. No me importaba para nada. Ya que en mi casa nos habían puesto tantas prohibiciones que llegó un día en el que mis hermanos y yo nos cansamos y nos tomamos ciertas libertades por nuestra cuenta.
-Oye Sara, ¿Le puedes hacer las cejas a Dash? Tú que sabes, que me lo ha pedido pero yo seguro se las hago mal.-Desde que llegó Dash, me daba la impresión de que Rick le comía bastante el culo.
Rick era el chico con el que yo tenía algo. Yo lo oí,pero me quedé callada.
-Sí, claro, ven túmbate aquí.-le dije al Dash.
Obedeciendo se tumbó, y me senté cerca suya. Pensé al instante que tenía unas cejas muy bonitas. Con mucho pelo, de color marrón oscuro y largas.
-¿Y me las podrías dejar finas?Esque me gustan mucho las cejas finas. Ya sabes en plan arqueadas.-me pidió.
-Si te soy sincera, tienes unas cejas muy bonitas, sería una pena dejártelas finas.- Si se las dejaba finas, se las arruinaría. No me gustaban las cejas finas en un chico. Seguramente no le quedarían mal, pero como era yo la que se las hacía, no quise hacer lo que para mi opinión sería un destrozo.
- Bueno tú eres la que sabe, si tú lo dices te creo.-me dijo abriendo los ojos.
Aparté la mirada, seguí con las cejas.
-Joder que calor. Tengo ganas de que anochezca un poco.-¿Se iba a poner a hablar.?
-Si bueno, ya.-Cerró los ojos.
Los volvió a abrir.
-¿No podrías dejármelas más o menos como las tuyas? Las tienes muy bonitas la verdad.-
-Gracias-sonreí.-Sí te las podría hacer así, pero en mi opinión te quedan mejor gruesitas, tus cejas ya son muy bonitas y si solo les doy forma quedarán muy bien.
-Vale vale, te creo, tú eres la experta.-abrió los ojos, y me miró.
Por un momento, le miré a esos verdes y bonitos ojos. Su mirada era tímida, intensa.
Apartamos la mirada e inmediatemente seguí con sus cejas.
-Perdóname, no pienses mal. Pero tienes unos ojos muy bonitos.-Me dijo mirándome de nuevo los ojos.
Me sonrojé un poco.
-Gracias.-le dije sería. No me parecía de fiar, no sé por qué.
Poco a poco fuimos sacando temas de conversación y nos quedamos hablando un rato ahí fuera. Pero nada extraño. Todo eran temas normales, me pareció agradable.
A partir de ese momento, le empecé a saludar cuando le veía, o cuando salía a la calle y se juntaba un cúmulo de gente, dónde teníamos amigos en común.
Luego me fuí a estudiar a Inglaterra, cambié de aires, y de vida.
Y un día ví su nombre en facebook, asique le mandé una solicitud de amistad y seguí a lo mío.
Al cabo de unos días la aceptó, y pocos días después me habló.
Creamos un vínculo de amistad de conversación en conversación, pero dos semanas antes de volver a españa, dejamos de hablar.
Él tenía su vida, yo la mía.
Compré los billetes de vuelo, para mí y para mi hermana. Hice las maletas con ilusión, y alegre.
Estaba contenta. Iría a España durante un par de semanas, vería a mi familia, a mis amigos. Y encima en Abril, cuando ya no hacía frío.
Realmente, volver al país de dónde provienes, te provoca una sensación de felicidad muy grande. Algunos de vosotros me entenderéis.
Asique embarqué, y volví a mi querida España.