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-¡Alex!-dijo con ánimo,contento de ver a su amiga después de tanto tiempo.-¿Cuánto hacía que no te pasabas a verme? Qué mala amiga..- Yo ni me inmuté. Después de lo que acababa de pasar, verle actuando tan jodidamente normal delante de la gente, me ponía los pelos de punta.

-Hola Alex-intenté sonreír. Tenía los ojos inchados de llorar,el poco rímel que me había puesto estaba corrido, manchando mi cara, y un moño algo desordenado que había improvisado cuando oí el timbre. Me tapé el cuello con la manta. Lo tenía rojo.

-Estaba haciendo cosas, ya sabes.-rió Alex. - ¿Qué tal chicos?

-Bien aquí en casita,tranquilitos.-dijo él.

¿Qué coño?¿En casa tranquilitos?¿Qué cojones me estás contando? Tú estarás tranquilo con la que me has dado,pedazo de hijo de la gran puta. 

-¿Y tú Sara?¿Cómo vas con el trabajo?

-Cansada.-intenté decirlo sonriendo.- Alex era una muy buen amiga de Dash. Desde que ellos iban a colegio. Ella me caía bien, era sincera,sencilla. No era como los otros amigos de Dash. Ella no era una estúpida.

-Se te vé cansada.-Sí, sobretodo cansada. Pero cansada del hijo de puta de tu amigo,pensé.

Sonreí levemente.

-Lo sé-dije.

Me acurruqué entre las mantas, tenía frío.Me había apretado tan fuerte del cuello, que me dolía la garganta. Mientras les escuchaba hablar sobre la cantidad de policía que había últimamente, miraba la televisión. Ni si quiera sabía que era lo que estaba mirando. Solo rabiaba, de impotencia. De saber que no había persona más estúpida que yo. Solo tenía ganas de llorar, de morirme, de desaparecer, de no conocer a nadie. De que nadie supiera mi nombre.

Y lo peor, era que ese dolor, no iba a desaparecer. Porque esto no iba a terminar nunca. Y lo sabía.¿Qué por qué seguía ahí con aquel chico? Por lo estúpida que era. Porque el me juraba y perjuraba que nunca volvería a repetirse aquella situación. Y allí seguía yo, comiéndome mis palabras. Porque yo era de las típicas que decían que un hombre jamás me pondría la mano encima. Y yo ponía el grito en el cielo cuando escuchaba alguna cosa sobre violencia de género.

-¿A mí?¿Ponerme la mano encima?¿Un tío?-Reía yo hace algunos meses.-Jamás, porque lo mato con mis propias manos.

Sí, eso decía yo. Si yo era conocida por mi mal genio y mi poca paciencia y aguante de las cosas. 

-Bueno Sarita, dime que te apetece cenar, que me acerco a comprar algo.- Dash me sonreía,esperando mi respuesta.

Me sonreía. El pedazo de hijo de puta me sonreía. El pedazo de hijo de puta me preguntaba que quería cenar,como si no hubiera pasado nada.

-Quédate a cenar Alex.-dijo.

-No tío, ceno con mi madre. Gracias.-dijo su amiga Alex.

-¿Yo?-dije sorprendida después de pensar lo pedazo de cabrón que era.- A mí me da igual, lo que tú quieras.-Esa era siempre mi respuesta. Rabia, que puñetera y jodida rabia.

'A mí me da igual'. Esa era siempre mi respuesta. Pero no me daba igual.

-Pues nada.-dijo Dash.

Dash.Dash.Dash.Dash. Y Dash.

Me acuerdo tanto del día en que le conocí. De sus ojos cuando brillaban al verme. 

Ahora brillan, pero de rabia. Su mirada no es la misma,es obvio. Ahora me mira con asco, mordiéndose la boca. El cambio era radical. Quien me iba a decir que él no era como yo pensaba. Pero la culpa de todo esto me la echaba a mí. La culpa era mía porque era yo la que seguía aquí.

Sonó el telefonillo.

Dash se levantó.

-Seguro que es Yeray.-dijo mientras andaba hacia el telefonillo.

-¿Si?-dijo.-Ah joder, dame un minuto Yeray. Ya salgo a abrirte.

Yeray era un chico con el que tenía negocios, cosas del trabajo. Un chico normal, o eso aparentaba. 

Por la ventana pude ver a Dash,riendo con Yeray, aunque no estaban solos, venían acompañados por otro amigo de la infancia suyo. Dani. 

Y allí estaba. En medio de aquel gran salón que me hacía sentir insignificante. Mirando la televisión embobada, sin saber que era lo que echaban. Pensando solo en la mierda que tenía encima,por mis malas y penosas decisiones. Rodeada de gente, solo cinco minuto después de haber sido maltratada, e insultada como un perro. Y a pesar de estar rodeada de gente, me sentía jodidamente sola, en mi burbuja. Dónde no podía hablar. Dónde solo podía observar, aguantar y callar. Y lo peor, rodeada de gente,pero sola.

Sola.



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