Ese día salí a dar una vuelta por el lugar, había quedado con un par de amigas en frente de la tienda de ultramarinos, como siempre. Qué jodidas ganas tenía de verlas.
Salí de casa y llegué la primera, por lo cual me senté en el banco de siempre. Observando mi bonita ciudad, cómo la había echado de menos joder.
Madrid.
Bonita Madrid.
Para mí no había ciudad más bonita que Madrid. Recuerdo todas las veces que he paseado por ahí, todas las veces que me he deleitado admirando mi Madrid.
Un coche haciendo ruedas me sacó de mis pensamientos. Pasaba muy rápido, y no ví muy bien quién conducía.
Pasó de nuevo en sentido contrario, como volviendo por donde había venido.
Qué gilipollas-pensé.
Y seguí a lo mío, mirando mi ciudad, viendo pasar a la gente.
Hacía calor,ese día yo solo me puse una chaquetilla roja bastante fina. Y se estaba genial, al sol, chupando calorcito. Por aquel entonces lo único que no quería era encontrarme con Rick. Las cosas habían acabado muy mal entre nosotros, muy mal. Y sé que si me lo encontraba, tendríamos problemas.
El puto coche volvió a sacarme de mis pensamientos.
Me cago en la puta.-pensé.
Pero de repente el coche, se paró delante mía. Y bajando la vetanillas, apareció Dash.
-Ey,cuánto tiempo. No sabía que habías llegado de España.
Joder, me pilló desprevenida.
Me acerqué al coche.
-Ey.-respondí.-Si bueno llevo un día aquí.
-Bueno pues si quieres luego te veo. ¿Nos vemos luego?¿Te parece bien?-Me dijo mirándome a los ojos. Sus cejas estaban sin hacer, y sus verdes ojos me decían que esperaban un sí.
No tenía ningún plan para aquella noche, asique acepté.
-Sí claro, avísame por messenger.-Me puse un poco nerviosa.
-Genial.-sonrió.-Luego nos vemos.
Y se fué.
Esa noche me llevó a cenar. Me preguntó que me apetecía. Le dije que me era bastante indiferente. Me llevó a una pizzeria y pedimos un par de pizzas, de las cuales sobró un montón.
Charlamos sobre qué tal en Inglaterra, me contó sobre algunos proyectos, estuvo bien. Me gustó salir con él.
Mientras cenábamos alguien le llamó por teléfono, preguntándole que donde coño estaba. Que le estaban esperando para empezar a cenar. Por lo visto había preferido cenar conmigo que con sus amigos. Cosa que me hizo sentir un pelín importante.
Cuando le veía por ahí, me acercaba a él. Y cuando él me veía por ahí se acercaba a mí.
Empezamos a sonreírnos, a mirarnos. Empezamos a gustarnos.
Él me hacía reír, me picaba. Me creó una sensación de felicidad cada vez que le veía o esperaba su mensaje.
Me ilusioné con él.
Una noche, unos días antes de tener que volver a Inglaterra, nos vimos en su casa. Me recogió, y me llevó a su casa, a ver unas pelis. Eran las once de la noche, pero siempre me quedaba con él hasta las cinco, seis de la mañana.
-¿Me haces las cejas? Hace bastante que no me las hago.
-¿Tienes pinzas?-le pregunté.
-Sí por su puesto.-Se levantó y me dió unas pinzas. Se tumbó, y me senté en el sofá para hacérselas.
Según le hacía las cejas, él me miraba.
Me ponía nerviosa, ya que yo intentaba no mirarle. Pero quería verle esos verdes ojos.
Cuando terminé, buscamos una peli y se puso a abrir el sofá. Era de los típicos sofás que se abren por la mitad. Abrió el sofá, pusimos la peli, y nos sentamos.
-Si quieres túmbate. Nos tumbamos y nos dormimos un poco.¿Te parece bien?
Rehusaba bastante.
-No sé, tengo que ir a casa, ya sabes.-Le dije.No me convencía mucho la idea.
-No te preocupes, si te pasas de la hora te despierto.-
-Bueno, venga vale.
Me tumbé, y él se tumbó a mi lado.
Se acercó a mí.
Y mi pulso se aceleraba.
Mi nerviosismo aumentaba. Yo no estaba buscando nada con nadie,no sé si él iba a intentar algo. Yo no quería.
-Eres preciosa.- me dijo, poniéndome en una situación comprometedora.
Me sonrojé, sin poder articular palabra. Me parecía una técnica típica de ligoteo. Pero bueno.
-Gracias.-le dije vergonzosamente.
Pero él, ya me había callado.
Dash me estaba besando.
Y así empezó todo.