Tragedias agenas

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Una noche más sin dormir.

¿Debería tomar? ¿Ron, como su ‘madre´?

Mejor me doy una ducha.

Miro el techo color crema que me cubre del frío y noches oscuras.

Jamás había tenido un techo así de estrepitoso, siempre bajo un techo de lamina. O incluso debajo de un puente.

Soñaba con este tipo de riquezas, y por fin, lo conseguí.

No, no haré lo que la mayoría de personas hacen al triunfar y tener dinero.

¡No! No voy a donar el dinero que me ha costado ganar.

Que realmente no me cuesta asesinar mujeres. Dicen que uno debe trabajar en algo que le guste.

Bueno, pues mi trabajo me fascina.

¿Qué hora es? Aún esta oscuro.

Serían las… ¿5 de la mañana?

Miro mi reloj electronico de última generación, me viene a la cabeza la voz de Robert.

‘Ahora eres Dalton Haarmann, mi “hermano adoptivo”, seguirás trabajando para mi. Te recomendaré con mis socios. Ni una sola llamada para hacer preguntas acerca de la zorra. Eres bueno Alton. Triunfarás, serás alguien envidiable.’

Vaya que Robert era todo un experto para convencer gente.

Saco mi cuerpo de las sábanas de seda que calientan mi cuerpo.

Mi habitación es oscura. Todo negro y rojo.

Me dirigo al baño.

Jalo la perilla de la regadera y brota el agua helada. Me cae a la cara.

Adoro el agua fría sobre mi cuerpo. En especial después de una noche tan cansada.

¿Qué habra para hoy?

Termino mi ducha en un santiamén y me pongo uno de mis trajes preferidos.

Es negro, y lo combino con una corbata rojo escarlata.

Me siento como Hitman.

Tal vez en un futuro me rape y me tatúe un código de barras en la nuca.

Fui un hombre miserable, ahora las mujeres no pueden salir a la calle sin temer que un extraño les arrebate su hermosa inocencia y su miserable vida.

¿Tengo hambre?

Busco en el refrigerador.

¡Nada!

-¡¡ROSA!! ¿Por qué mi refrierador esta vacío?

Se ollen su pequeñas pisaditas por el pasillo       

-En seguida voy de compras, señor.

Suspiro. Inútiles, inútiles mujeres.

-Déjalo, iré yo.-Creo que se asusta al notar que estoy molesto.

¿Tan mala pinta tengo?

He llegado al súper.

Hay muchas mujeres por aquí; solas, con sus hijos, amigas, esposos… Todas parecen tan inocentes.

Estoy seguro que todas son solo unas inútiles.

Cojo una canastilla para echar lo que compre.

Voy al pasillo de carnes.

Voy directo a las carnes rojas.

Amante de mujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora