"El garfio oxidado" no era el nombre más bonito para un lugar donde podías almorzar.
The Rusty Hook.
Ubicado cerca de un muelle, dónde casi podías sentir la sal en tu nariz, estaba aquél edificio de madera.Su especialidad eran los mariscos, completamente apropiado.
Toda la temática era marina, desde piratas, madera y vino, hasta los platillos donde el pulpo era la estrella principal.Vienna trabajaba en éste lugar.
Hubo un tiempo en que ambos lo hacían, solo por diversión y algo de dinero.Sus puestos eran en la cocina, y no precisamente de chefs. Debían descargar todo el pescado de los barriles que llegaban, descuartizar camarones y cortar aletas.
Nada agradable, pero a su lado todo se transformaba en una aventura que Alexander no dudaría en repetir de nuevo.
Era divertido ver las muecas de Vienna ante las cosas asquerosas que les tocaba hacer ¡y cómo maldecía! Pero al final solo se reía de lo tonta que era la situación. Dos adolescentes enamorados sentados en las baldosas sucias limpiando cangrejos.
Ni David Lynch se hubiera imaginado tal extraño cuadro.Por un momento pensó que iba a verla cruzar la puerta de servicio, con su cabello cobrizo mal amarrado, como antes.
Pero no ocurrió, porque Vienna ya no trabajaba allí.Sin embargo, unas mechas de color cobre se desparramaban sobre el respaldo de un sillón de mimbre.
Se acercó para ver mejor, y una bonita chica acurrucada contra la silla lo sorprendió.Casi podría ser ella.
Pero no lo dudó y se acomodó en otro asiento cerca.
La chica levantó su vista del plato, e inmediatamente su semblante cambió.
Había terminado con su ex novio hacía muy poco tiempo, y ahora estaba algo ¿despechada? O más bien dolida.
Alexander lucía como una perfecta oportunidad para sanarse o por lo menos hacerse creer a sí misma que lo estaba.Poco a poco fue soltándose, Alexander era bueno con las palabras, un par de frases y ya podías sentirte en completa confianza con él.
Él le contó acerca de la verdad de su comida. Aquello que en el menú prometía ser "fresco" no era más que pescado almacenado en agua hasta que algún cliente lo ordenara.
Ella se reía, creía que él estaba bromeando, pero nada más lejos.A pesar de eso, comieron juntos del mismo plato.
Era curioso, ella lo observaba preguntándose si el cielo había escupido al chico delante de ella. Era encantador.Pero Alexander la miraba constantemente tratando de buscar en algún rasgo o expresión algo parecido a su Vienna. Pero no, Vienna era única.
Un par de horas pasaron y las cosas se pusieron más cálidas. Se sentía como si se hubieran conocido de toda la vida.
Y no tomó más que eso para que Alexander cediera a sus impulsos y la besara. Ella le correspondió con gusto.
Después de eso continuaron conversando, mientras ella caía por él. Pero todo se arruinó cuando Alexander pronunció accidentalmente aquél nombre...
-Vienna -dijo casi en un susurro.
-¿Disculpa?
-Quise decir que Vienna es un buen lugar para ir...
-No es cierto, me nombraste así.
-Perdona, Amanda.
-Ahora recuerdas mi nombre. Ya sé lo que está ocurriendo aquí, esa tal Vienna es tu ex y me estás usando para olvidarla.
-¿Te molestaría si fuera así?
-Algo, porque la verdad yo también estoy haciendo lo mismo.
-¿Y entonces?
-Lo siento, pero esto no funcionaría jamás.
Y así, después de haber cortado todo ese bonito lío que ambos habían creado, Amanda tomó su bolso y se retiró de aquél lugar.
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El Centro de Sheffield ©
Short Story[Completa] Alexander es un chico casi común. Lo puedes ver caminar por la ciudad, lo puedes encontrar comiendo en una cafetería, tal vez lo encuentras en el parque. Pero lo que hace más común a Alexander es que tiene el corazón roto. Está en una bús...