Una siempre vuelve donde fue feliz.

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Me daba miedo marcharme, me daba miedo que todo acabase.

Era una sensación de vacío que me producía arcadas, y joder. Yo sabía que tendría que irme en un momento u otro. Pero cuando yo volviese a casa, yo dormiría sola, mientras que él tendría a otra chica con la cual dormir. 

No tengo palabras entre tanto llanto para expresar lo bonito que es estar entre sus brazos. Y ahí me di cuenta de la razón que tiene la frase de "una siempre vuelve donde fue feliz", porque yo estaba donde siempre había estado mi mejor yo, a su lado. 

No podía sacar fuerzas para decirle que dejara todo, por mí... Una chica que se fue de la ciudad sin avisar, que no tiene cojones para decirle a sus amigos porque se fue. ¿Por mí? 

Creo que el se reiría sin parar, que esos ojos verdes me mirarían con maldad, con la maldad de que me la tenía que devolver. Yo me sentía la peor persona del planeta, pero de verdad que yo no me marché porque quisiera. Todos tenemos un punto y final o un punto y coma , en algún momento de la vida.

Y joder, yo siempre he sido más fría que el hielo. Pero con él no sabía ni a que sabía el frío.

Las lágrimas me recorren la cara, el me acaricia pero me daña. 

Me ama, pero me mata.

Me besa, pero me quema.

Me abraza, pero me rompe.

El sitio donde fui más feliz, con la persona que más feliz me hizo sentir, esa misma persona era mi propio tormento.

Will rompió a llorar, me sobrecogió. 

Todo el mundo espera que las cosas cambien, pero siempre a mejor. 

Un viaje para ver a mi abuela, acabó siendo el retorno a todo mi pasado. Una máquina del tiempo que fue sustituida por un simple viaje de avión.

Y es ahí cuando me di cuenta, de que tenía parte de mi corazón en esa ciudad.

Mis ojos rojos de tanto llorar, solo querían explicaciones, respuestas.

Pero solo conseguía más y más llantos por ambas partes.

Quizás lo mejor era levantarse de ahí y partir a casa para no mirar nunca más hacia atrás aunque te tuviese cogido por los tobillos. Eso me decía mi cabeza, mi corazón, el jodido maldito corazón, me decía que yo sabía que hacer. Explotar, eso era lo que tenía que hacer desde el primer momento.

No me lo pensé dos veces, saqué una sonrisa de las mías, esas que salen en un momento inexplicable. Pero salen entre llantos, como el sol del amanecer, para iluminar.

Me tranquilicé, le tranquilicé. Hice un té, y nos sentamos.

Y aquí viene la historia, mi verdadera historia. El porqué me marche para siempre ( o casi siempre). La verdad que ocultaba entre dientes y me partía el corazón. La historia que me obligó a hacer las maletas sin mirar y tener en cuenta las consecuencias que tendría. 

Porque toda historia, tiene su motivo.

Tú, los aeropuertos y yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora