Querido señor Lord Voldemort.
Sabe, jamás pensé que usted sería alguien inseguro. La verdad pensé que su ego era uno de sus principales defectos, ya sabe, eso de creerse el rey del universo y demás.
Pero me he dado cuenta que es un alma noble y amable, contaminada por prejuicios de la sociedad y...
Naaa, estoy jugando. Me alegra saber que incluso los señores oscuros tienen debilidades tan simples y mundanas, ya sabe, cosas como la copa de helado que mando pedir y tenía sabor a tierra (culpa mía), o los documentos sobre Hogwarts y el ministerio que encontró estaban rayados y dibujados con tinta irremobible (no fue totalmente mi culpa, esos niños si que querían dibujar), o aquella almohada suya tan abrazable que resultó estar rellena de huevos de arañas (al igual que usted, mi querido amigo Ron Weasley hubiera salido corriendo como damisela en apuros, linda piyama por cierto), pero lo más importante, lo más importante es que no pueden ignorar a un pequeño gatito perdido, solo y desamparado en medio de una noche lluviosa de verano.
Fue un gesto noble y tan... humano que hasta temí estar cayendo bajo... Pero se me paso con rapidez.
Es una pena que el gatito que usted recogió con tanta delicadeza haya estado cubierto de veneno.
Pero ¡Hey! Los accidentes pasan.
No se preocupe, ya podrá matarme algún día, debería tomar clases de muggles, ellos saben como asesinar, de verdad.
Atte: Harry James Potter, convencido de su total y completa mala suerte (o sea yo)
(.)
- Algún día... Solo espera. Algún día... - Si, los elfos domésticos comenzaban a temer al amo Señor Oscuro, Señor.
Ya de por si era extraño y terrorífico y ni que decir de su apariencia, pero estando cubierto de manchas negras y de pequeños picones rojos parecía una piñata mal pintada.
Pobre, pobre amo Señor Oscuro, Señor.
