Estaba oscuro en su habitación y aunque estuvieran en pleno verano, estaba helado dentro. Aquello era gracias a su magia, pues algo que Harry odiaba con toda sus ganas era el sofocante calor.
Estaba oscuro dentro, no porque fuera de noche, era temprano aún, pero la única ventana del lugar, junto con las sinceramente horribles cortinas, estaban cerradas. La puerta siempre estaba con seguro, jamás dejando que ninguno de los otros residentes del lugar ingresaran allí.
Solo había una persona en la habitación y estaba acostada tranquilamente en una cama pequeña.
Utilizaba sus manos como almohadas, colocandolas detrás de su cabeza, sus gafas estaban olvidadas en alguna parte del escritorio a su derecha y su cuerpo parecía relajado.
No dormía, solo estaba allí, simplemente sonriendo, tarareando alguna melodía, mientras su mente recogía trozos de recuerdos de las ultimas dos semanas. Se había estado divirtiendo mucho.
Su cabello estaba más largo, lo suficiente para llevar una coleta baja, lo cual generaba una reacción hilarante en su querida tía, quién odiaba aquel estilo. Harry lo había dejado así por gusto propio, pero aquel había sido un bono.
Ya no llevaba puesto ropas de segunda mano pertenecientes a su asqueroso primo, esas las había quemado.
Unos jeans azules muy oscuros y rasgados enfundaban sus largas y delgadas piernas. Llevaba puesta una camiseta negra sin mangas, que tenía escrita la frase: "Perdón se le pide a dios. Al Diablo se le implora piedad de rodillas." en un brillante y chillón color rojo, como si hubiese sido escrito con un pintalabios. Aunque estaba acostado en su cama, tenía sus zapatos puestos, unas botas militares de cuero. Harry nunca se había sentido tan cómodo consigo mismo.
Un aleteo le advirtió a Harry que Hedwig había vuelto. Que estuviera viva aún era una sorpresa y Harry abrió sus preciosos ojos verdes para ver a su dulce y emplumada amiga golpear el vidrio que le impedía el paso.
- Oh, hola amiga. ¿Regresaste tan rápido? - Harry acarició con gentileza la cabeza de su lechuza y Hedwig le dio un picotazo amistoso. - Anda, dame eso antes de que explote en nuestras caras. - susurro mientras desataba la carta de su pata derecha.
Dejo que Hedwig se posara con tranquilidad sobre la silla de su escritorio y convocó un poco de agua y unos dulces con un movimiento de su mano.
Mientras escuchaba los suaves sonidos de la lechuza al comer, Harry decidió leer la respuesta de -que raro sonaba aquello- Voldemort.
Señor Potter.
Me niego a utilizar cualquiera de los adjetivos inadecuados o estúpidos saludos que ha utilizado en todas y cada una de sus misivas. Debo decir que encontré cada una de ellas desagradables, de lo más estúpidas y sin sentido, y recalcar que pienso vengarme de todas las bromas de muy mal gusto que usted me gasto. ¿Tiene idea de lo molestas que fueron? Debo decir que encontré todas de lo más infantiles, pero viniendo de usted, fueron bastante acertadas, ya que es solo un niño.
Harry no pudo evitar fruncir el ceño con una sonrisa tensa al leer aquello. Infantil él, por favor.
Y, antes de proceder a contestar su pregunta y de darle una respuesta, quisiera preguntar también, encuentro eso como un intercambio justo.
