8

5.6K 881 250
                                    

Voldemort no estaba enojado. Para nada. Por favor, a él le daba igual el maldito niño. ¡Quería matarlo, Merlin bendito! Esa era su meta.

No le importaba, en lo más mínimo.

Tres semanas.

Ese estúpido niño mimado y ególatra no había mandado ni una sola de esas estúpidas y ridículas cartas desde hace tres estúpidas semanas. ¿Y qué le importaba a Voldemort? ¡Ese era el punto! ¡No le importaba en lo más mínimo!

Aún así seguía pensado en ello constantemente, tratando de buscar una respuesta al ¿Por qué demonios se tarda tanto?

Voldemort no sabía si se debía a que el año escolar comenzaría en unos días más o simplemente el chico se había dado cuenta de lo estúpido que era todo aquello.

No es que Voldemort extrañase las cartas. Para nada. Las aborrecía, de hecho, casi tanto como aborrecía a quien las escribía.

Sólo que las cartas solían servir para avivar el fuego en su chimenea y hacía mucho frío...

Por más que estuviesen en pleno verano.

- Lucius... - Voldemort interrumpió al rubio, que no había parado de hablar desde hace casi dos horas de temas que Tom no entendía o no le importaban. Lo tenía harto. - No me importa nada de lo que estás hablando, sinceramente casi nunca te presto atención, pero como buen anfitrión que soy te recomiendo que, si no deseas ser comido por Nagini en este instante, desaparezcas de mi presencia. - tan pronto como sus palabras llegaron al cerebro del mago, este salió pitando del lugar.

En el momento en que Voldemort se disponía a irse también, tal vez a comer algo o a dormir una siesta - porque si, Lord Voldemort tomaba siestas reparadoras - la ya conocida lechuza blanca ingreso tranquilamente a la estancia.

Voldemort estuvo a dos segundos de sonreír, mejor dicho de reducir al maldito animal a cenizas, cuando la bola de plumas se posó elegantemente frente a él en la mesa y extendió la pata, donde tenía la carta amarrada.

Después de vacilar un poco y de sopesar los pro y los contra que traería el ordenar a Nagini a que se comiera al animal, decidió arriesgarse a quitarle la carta y de perder un dedo en el trayecto.

Más que una carta era una nota, una simple nota con palabras no tan simples que Voldemort leyó dos veces para asegurarse de haberlas entendido bien.

Hola, Tom.

No hay bromas esta vez, alégrate oh gran señor de los jazmines, sólo quiero preguntarte algo y por primera vez - y espero sea la última - deseo que seas total y completamente sincero conmigo, por favor.

¿Que sentiste la primera vez que mataste y porque lo hiciste?

No lo tomes a mal ni como si fuera un interrogatorio, solo deseo saber si se siente igual para todas las personas o es diferente para algunos en particular.

Harry.

No sólo le sorprendió lo que dejaba a entender la carta, sino que el ave estaba allí, esperando una respuesta.

Por una vez, Voldemort no supo que pensar.

Cartas Estúpidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora