02

58 8 0
                                    

- ¿Ahora cuánto falta para llegar Eddy?- Pregunté con un tono de niña pequeña.

-¡Ada por amor a Dios! Es la decimoquinta vez que me preguntas. A la próxima te dejo botada en la carretera a ver quién te lleva.- Gritó frustrado bajándole el volumen al radio para que lo escuchase.

- Ya, está bien, lo siento ¿si?- Me disculpé. Él solo se limitó a asentar con la cabeza de arriba hacia abajo reiteradas veces. -¿Eddy?- Lo llamé tratando de ocultar mi risa.

-¿Mmm?

- ¿Cuánto falta?- Desaté en risa, el cual, luego de torcerme los ojos, Eddy se unió en carcajadas.

Luego de dos horas más viajando, decidimos parar en un restaurante (de hecho el único que había), para comer ya que era la hora del almuerzo.

Justo cuando abrías la puerta, una campanita se balanceaba anunciando tu llegada. Tomamos asiento en una de las tantas mesas y leímos el menú para elegir.

Luego de unos minutos, aquella campanita volvió a sonar, captando toda mi atención. Por esa puerta entro únicamente un joven, bastante simpático y tierno. Cuando me vio me sonrió y yo de lo nerviosa que estaba, no le devolví el gesto. El chico se estaba acercando a nuestra mesa y Eddy ni cuenta de su existencia de daba.

-¿Eduardo?- Preguntó dudoso cuando llegó a nuestro lado. Mi primo alzó su mirada y lo vio para que una enorme sonrisa se formara en su boca.

- ¡Heyyy! ¿Cómo así por acá Leonzio?- Se paró de su asiento para darle un abrazo.

Esperen...¿Escuche bien? ¿Leonzio? Nunca en mis 18 años de vida había escuchado ese nombre.

- Ah si, Leo, ella es mi prima Ada. Ada, él es Leonzio un amigo de la infancia.- Me presentó hacia el.

- Un gusto linda.- Sonrío.

- Jeje si...hola.- Salude nerviosa.

Ellos siguieron charlando unos minutos más, podía sentir su mirada posada en mi y para distraerme, le envíe un mensaje a mi mamá contándole como íbamos hasta ahora.

- Bueno pues me tengo que ir. Solo pasaba por unas botellas de agua y snacks.- Se despidió de ambos, compró lo que necesitaba y salió por la misma puerta, haciendo que una vez más sonara la campanita. Como las paredes estaban reemplazadas por vidrio, podía ver el carro de Leonzio. No estaba solo, en el copiloto se encontraba una chica muy linda.

La mesera interrumpió mis pensamientos cuando llegó a la mesa con nuestros almuerzos. Comimos rápido y en silencio, debíamos apurarnos para que no se nos alargara el viaje. Aún faltan seis largas horas hasta llegar hasta nuestro destino.

Eddy pagó lo que habíamos comido y nos montamos en el auto.

- Ahora es mi turno.- Le comuniqué sacando el CD de Aerosmith y poniendo uno de KISS.

- Menos mal que tenemos los mismos gustos musicales.- Dijo él.

Un mes a tu lado// Anton Yelchin (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora