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- Voy al baño.- Avisó Lola. Ya había llegado hace 20 minutos y me ayudó a maquillarme, porque para eso soy pésima.

Terminé los últimos retoques me faltaban y esperé a Lola sentada en la cama.

- ¿Ya están?- Entró Eddy a la habitación.

- Sí.- Respondió mi amiga saliendo del baño.

Subimos al auto y nos dirigimos al bar que se había instalado hace poco acá. Llegamos y para nuestra suerte no había casi nada de fila, sin embargo al estar adentro el ambiente cambió. Grupos de amigos y par rejas bailaban al son de la música que retumbaba en la sala. Caminamos hasta una de las mesas que estaban ahí y vimos al resto de nuestro grupo de amigas, éramos cinco mujeres, incluyéndome.

- Mis amigos están por acá. Vengan para presentarlas.- Avisó Eddy.

Nos acercamos y con un trago en la mano cada uno, comenzaron a saludarnos. Eran cuatro chicos, todos apuestos. Mis tres amigas se juntaron con tres de los chicos y Eddy se fue con Lola. Culpo a mi timidez por no dejarme socializar a gusto con los demás.

- Bueno, aquí yo estoy de más. Las veo después.- Les avisé mientras me volteaba para irme.

- ¡Hey! ¿A dónde vas?- Jaló mi brazo con suavidad un chico y que yo recuerde no estaba ahí . Oh. Es el chico del restaurante. Inmediatamente sentí un leve calor en mis mejillas que traté de disimular.

- Eeeeh por ahí.- Respondí nerviosa tratando de zafarme de su agarre.

- ¿Te acuerdas de mi? Soy Leonzio pero puedes decirme Leo.- Guiñó su ojo.

- Sí, claro... Leo.- Los nervios de hoy no se comparaban ni con los que tenía cuando me iba a presentar en una obra teatral. Despejé internamente mi mente y me centré. - Soy Ada Montgomery.- Dije firme.

- ¿Quieres ir afuera?- Preguntó un tanto nervioso.

- Esta bien.- Le sonreí.

Esquivamos unas cuantas personas hasta llegar a la salida y cuando la brisa del viento toco mi rostro, fue un alivio.

- ¿A dónde vamos?- Pregunté curiosa. Tenía miedo, un poco, pero el hecho de que sea amigo de mi primo me tranquiliza. Aunque eso no quita el hecho de que ahora me puede secuestrar y vender mis órganos al mercado negro.

- No lo sé, solo caminemos. ¿Te parece?-

- Sí, me gusta caminar.- Respondí mirando a las estrellas.

- Estas bonita.- Dijo en voz baja pero igual escuché.

-¿Qué?-

- Que las estrellas están bonitas.- Respondió torpe.

- Sí te escuche, tonto.- Le dije riendo. Con la luz de la luna, noté que las mejillas de Leo estaban rojas y eso me gustó. - Juguémos un juego.- Propuse.

- ¿Cuál?

- El de las diez preguntas, así nos conoceremos mejor.- Intente persuadirlo.

- Esta bien...yo comienzo.- Dijo sonriente.- ¿Tienes novio?- Por alguna razón, sospechaba que me iba a preguntar eso antes que cualquier cosa.

- No. Mi turno...¿Has dado tú primer beso?- A lo mejor eso fue una pregunta tonta porque, ¿quién no ha dado su primer beso siendo mayor de edad? Yo.

- Sí, fue con una amiga de mi madre a los 15. Fue espantoso, ni parecido a lo que esperaba.- Respondió asqueado.- ¿Y tú?- Me preguntó.

- No.- Respondí sincera.

- Sí eres virgen de labios, supongo que eres virgen de....-

- Sí, también.-

- ¿Cómo así?-

- No lo sé, no ha llegado la persona con la que quisiera hacerlo. Creo que ambas cosas son muy importantes como para perdérselas con alguien que no amo.-

- Wow, nunca pensé de esa forma. Mis amigos siempre estaban pensando en solo... hacerlo. Como no me quería quedar atrás, me deje llevar.- Me contó con su mirada fija en el suelo.

- ¿Eres italiano?- Cambié de tema.

- Sí, cuando tenía meses de nacido nos mudamos acá pero a los 7 años, volvimos a Italia. Pero me ves acá porque mi abuela está enferma y mi madre la va a cuidar, así que nos volvimos a mudar.-

- Oh.- Solté.

- ¿Qué haces por acá?- Me preguntó esta vez viéndome directamente a los ojos. Cosa que me puso nerviosa una vez más.

- Siempre vengo de vacaciones y me quedó con mi primo Eduardo y su familia.

- ¿Cuánto tiempo te quedas?

- Un mes.- Cuando le dije eso en su mirada se dibujó una gran sonrisa que no escondió en un buen rato.

- ¿Te gustan las flores?

Fue así como de pregunta en pregunta, nos pasamos de las 10 a las 30 preguntas y no. La importó. La estábamos pasando bien. Leo era un chico muy agradable y lindo. Cuando volvimos a casa, recostada en la cama, recordé las palabras de Eddy: "Quién sabe, a lo mejor y esta noche encuentras al amor de tu vida."

Aquella noche dormí con una felicidad enorme, no sin antes contarle a las estrellas mi día y mis deseos.

Un mes a tu lado// Anton Yelchin (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora