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—Definitivamente debemos repetir eso.—exclamó Alex lanzándose en un sillón del living del hotel.

Joey se lanzó a su lado con las bolsas de compras en el suelo, y le mandó una mirada exasperante.

—De acuerdo, pero a la próxima vas sola.—advierte.

—¿Qué? ¡Pero si tú también te compraste cosas!—frunce el ceño.

—Sí, pero sólo porque a ti te gustaban.—se excusa rodando los ojos a cada vez que la castaña miraba algo masculino y exclamaba que debería comprarlo.

Alex resopla y se cruza de brazos. Joey se levanta dispuesto a dirigirse a los ascensores.

—Pero lo buenos es, Alex...—la mencionada levanta la vista esperando—, que pude comprarme estas preciosuras.

Levanta la pierna derecha le muestra uno de los calzados Vans que había comprado maravillado. Alex pone los ojos en blanco.

—Tú cambias pero a peor, de veras.—le grita.

Joey ríe y le lanza un beso antes de que las puertas se cierren por completo. Alex sigue su ejemplo y se levanta hacia uno de los ascensores, tratando de sujetar todas las bolsas.

—Bien hecho, Joey.—refunfuña por lo bajo.

Aprieta el botón de hacia abajo varias veces.

—Pinche botón.

En ese momento las puertas se abren y Hunter le mira con expresión divertida, a su lado está Charles, con la mirada puesta en el celular.

—¿Necesitas ayuda?—pregunta Hunter. Charles me mira y guarda el móvil.

—¿Cómo supiste?—responde con ironía, bromeando.

El ríe y ambos cargan las bolsas dentro del ascensor.

—Oh, Aleeex, ¿dónde está Joey? Él debería hacer esto.—se queja Charles mientras carga las últimas bolsas.

—Mi mula de carga renunció, necesito reclutar más.—responde sonriendo socarronamente.

Hunter la mira ofendido.

—Me siento utilizado.

—No me refería a ti.—responde de la misma forma. Miran a Charles riendo y este sólo sonríe sarcásticamente.

Ellos salen del ascensor y antes de marcar su piso, Alex se dirige hacia Charles:

—Hey, Char.—el nombrado se gira para que continue.—Necesito una maleta más para esto, así que usaré una de tus maletas.

—¿Y dónde crees que meteré mi ropa?—pregunta incrédulo.

—Pues no lo sé, comprare otra.—responde con tono obvio. Ya que sólo dejan a Charles controlar las tarjetas, porque Alex era una compradora compulsiva.

Abre la boca para protestar pero las puertas se cierran, y Alex sonríe triunfante.

little gitnick;; joey birlemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora