Capitulo 4

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CAPITULO 4

La foto de mis padres muertos me quemaba en las manos, sentía el cuerpo entumecido, una sensación de vacío inundo mi pecho, ahogándome, verlos de esa madera, pálidos, inmóviles, en una placa de hierro, me sumergió en la realidad que me negué a ver, que negué aceptar hace once años.

Regrese a la casa para mostrarle el fúnebre paquete a Thomas, Donna y Julie.

Todos estábamos sentados alrededor de la mesita en medio de la sala, Thomas y Julie estaban en el mismo sofá, Donna estaba sentada en el suelo, recargada en el mueble en el que me encontraba sentada, no quise esperar más, saqué el sobre del bolsillo de la chaqueta de mi uniforme.

 Donna reaccionó de la misma manera que Thomas, ambos petrificados, no sabían que respuesta dar, esto era algo más, esto era personal, alguien quiere algo de nosotros. Julie por su parte empezó a buscar respuestas para este acertijo en el cual nos encontrábamos sumergidos.

-Es alguien que sabe lo que paso hace once años, eso es obvio, pero también es alguien que, o nos quiere lastimar, o se quiere vengar, alguien que le gusta observar- Dijo Julie.

- Es alguien que sabe los motivos de aquella masacre – Habló Thomas.

- Si es alguien que sabe los motivos, es obviamente alguien que conoció a mis padres, o al menos alguien que sabía a qué se dedicaban- Dijo Donna.

- Si es alguien que sabe los motivos, es alguien que estuvo presente hace once años- Dije.

Todo parecía confuso, no tenía ni pies ni cabeza, estábamos enredando ideas que nos parecían obvias, formando deducciones sin sentido, algo estaba mal eso era obvio, pero por más vueltas que le diera el tema parecía estar inconcluso, como si aún faltaran piezas, como si los sobres fueran pautas y aún no teníamos las necesarias para resolver, o establecer una idea concreta de la problemática que teníamos.

-Será mejor hablar de eso ya que regresen del colegio, Julie y yo trataremos de buscarle respuesta, mientras, ustedes tienen que irse – Thomas sonaba un tanto apresurado, como si tuviera un asunto pendiente. Thomas no era muchos años mayor que nosotras, pero cuidaba de nosotras cuan hermanos celoso.

Donna y yo tomamos nuestras cosas y salimos de la casa, la mañana esta nublada, el aire se sentía fresco, el clima era confortante, caminamos dos cuadras sobre el pavimento húmedo, al pasar por la casa del señor Anderson noté un silencio casi tétrico, y sé que Donna lo notó también, por un momento nos detuvimos frente a su casa, sentía una mirada, una diferente, no era como el la cálida mirada del señor Anderson, esta vez era como si alguien nos mirara desde alguna ventana, como si alguien nos espiara, una semana antes me sentí igual, cuando sentí que alguien me seguía, estoy segura que alguien está ahí.

-Vamos, se hace tarde- Donna me sacudió el hombro, ella también sintió lo mismo, lo sé porque miraba a la ventana de manera inquisitiva, como buscando algo.

-Está bien-  Contesté de manera casi automática, seguimos caminando, hasta llegar al colegio, Matthew y Maggie, estaban en los escalones besándose, como solo ellos lo sabían hacer, de una manera tan rigurosa y exagerada, que temía que sus mandíbulas se desprendieran de sus rostros. Me alegraba verlos así, ignorando los problemas exteriores, porque se tenían uno al otro, cuando estaban juntos de aquella manera, no le prestaban atención a nada ni a nadie que no fuera ellos, de cierta manera los envidiaba.

Para cuando nosotros llegamos a la entrada Matthew y Maggie ya habían acabado su demostración de amor en público, Matthew se acomodaba las gafas y Maggie el flequillo rubio que caía sobre sus ojos.

DANNA Y DONNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora