DANNA Y DONNA

Capitulo 12: Julie.

Julie:

Llevo aproximadamente cinco días encerrada dentro de estas cuatro paredes con olor a oxido y suciedad, me estoy muriendo, apenas me alimentan, sigo encadenada, el pequeño muñón en el que se encontraba mi meñique se ve fatal, hace dos días comenzó a verse de un color verdoso, una clara señal de infección, llevo diciéndome a mí misma que tengo que salir de aquí, que si me quedo en este lugar de muerte y podredumbre voy a morir, si no por desnutrición, por gangrena, creí ciegamente que Danna, Donna y Thomas llegarían por mí, y por alguna razón sigo confiando en que llegarán, pero los días y las horas se convierten en minutos cuando estas casi muerta, tengo que empezar a moverme, pensar en alguna manera de salir de aquí.

El hombre que me tiene capturada, que ahora se que trabaja para Agony, me había hecho presa de sus perversiones, ayer me tocó por primera vez, de la manera en la que no se debe tocar a una mujer, ya estoy acostumbrada a sus golpes y a su falta de hombría, pero eso fue diferente, me corrompió y me lastimo. Me violó.

Mi rostro estaba amoratado por las tremendas golpizas propinadas. Para este punto me sabía de memoria los patrones formados por las cicatrices en su rostro, y el olor fétido de su aliento me dejo de producir nauseas, comencé ceder, a rendirme, deje de luchar.

Apenas había despertado esta mañana, sin noción del tiempo, probablemente era temprano en la mañana o tarde en la noche. Mi parpado derecho esta hinchado, de manera que al abrir los ojos mi vista estaba privada por la piel hinchada sobre mi globo ocular, el dolor en mi rostro es insoportable, puedo sentir mi estómago encogerse, no recuerdo cuando  fue la última vez que comí, mis muñecas estaban irritadas por las esposas.

Puedo oír a alguien aproximarse, probablemente es mi captor, puedo oír sus pasos produciendo un sonido pesado y seco sobre el piso de cemento, ya ni siquiera me produce temor. Lo que atrapo mi atención fue el sonido que acompañaba al de sus torpes pisadas, eran gemidos y lloriqueos de una mujer, pequeños gritos desgarradores y temerosos, el hombre con cicatrices en la cara abrió la puerta de un golpe, provocando que esta chocara con la pared tirando pequeños pedazos de cemento donde el picaporte impactó.

El hombre viene cargando sobre el hombro a una joven de no más de 18 años, que viste una falda a cuadros azul con gris, calcetas al ras de la rodilla, un suéter con la insignia “Internado St. Claires” y camiseta escolar, su cabello es rubio como la paja, sus facciones son delicadas y bonitas.

El hombre la lanzó sobre el suelo como si fuera un cerdo en el matadero, la chica cayó de espalda lo que provocó que perdiera el aire por unos segundos, la pateó de manera violenta en el costado mientras la joven se retorcía de dolor, la tomó del cabello y la arrastro hasta la tubería gruesa y oxidada que estaba paralela a la pared, la tomó de las manos de manera violenta y la esposó en la tubería dejándola de frente hacia mí, la joven lloraba y hacía gestos de dolor, el hombre salió del sótano en el que nos tiene y azotó la puerta tras él.

-¿Dónde estoy, qué está pasando?- La escuchaba hablar consigo misma entre sollozos.

-Oye, oye, voltea- Esta vez se dirigía a mí.

Levante mi rostro con dolor y esfuerzo solo para ver la expresión de sorpresa y horror en su cara al verme, hasta ese momento no estaba consiente de mi apariencia, debo verme y oler fatal, no la culpo, la mirada en su rostro es frenética, se movía de un lado hacia otro buscando las maneras posibles de escapar, guardando la esperanza de que no iba a morir aquí.

-Respira- Le dije, mi voz suena áspera y mi lengua sabe a papel viejo, mi boca se siente como si hubiera un pequeño desierto lleno de arena dentro de ella.

- ¿Dónde estamos?- Pregunto con la voz temblorosa.

-Es una historia larga concéntrate en que no es un buen lugar, no son buenas personas y si no hacemos algo nos van a matar- Le dije.