Libros y encuentros

479 4 0
                                    

Bogotá, Colombia 24 de noviembre-2013

Mario:

Pasamos días, horas, semanas y hasta años tratando de encontrar a esa persona que nos haga sentir completo, o completa en este caso. Esa persona en la que pudiéramos confiar nuestros sentimientos y lo más preciado que es el dar amor. Creo que esa persona la he encontrado, y tiene tu nombre.

Aquella tarde que entraste a la librería, te pase por alto, a diferencia de muchos, este amor no fue a primera vista, o al menos demoro algunas horas. Buscabas un libro del cual no sabías el nombre, solo recordabas la portada, lo recuerdo tan bien porque se me salió una pequeña risa y fue cuando me miraste.

— ¿Tan ridículo me veo tratando de buscar un libro por su portada? —fue lo que me dijiste.

Media hora nos tomamos para encontrar el libro. Estaba en lo más profundo de uno de los estantes, casi escondido, como queriendo que jamás fuera encontrado o que nuestra charla demorara más mientras estábamos en su búsqueda. Sólo cuando estaba registrando el libro me di cuenta que aún no sabía tu nombre y tú tampoco sabías el mío, y es que aún no lo habías preguntado. La despedida fue corta, solo me agradeciste y diste la espalda para tu partida, yo solo rogaba que regresaras, y preguntaras al menos mi nombre, pero eso no paso, fue allí cuando supe que algo en ti me hacía sentir diferente.

Ahora recordaba tus gestos, tu sonrisa, tu voz, tus ojos, cada vez que paseaba por la librería. Intentando buscarte, deseando que volvieras o más imposiblemente, queriendo retroceder el tiempo. No fue necesario. Dos semanas después regresaste. Me sorprendiste cuando me hablaste al oído mientras yo acomodaba una nueva colección de libros que había llegado. "Jamás supe tu nombre", me dijiste casi susurrando y aquello hizo que las mariposas en mi estómago despertaron después de tanto tiempo. Me regresé y me encontré con unos hermosos ojos verdes detrás de los cuadrados lentes que me cuestionaban y me dejaban sin habla, creo que respondí a tu pregunta casi tartamudeando.

Me esperaste algunos minutos hasta que terminara mi turno y fue cuando tomamos nuestro primer café juntos. La conversación fluyo más de lo que imaginaba. Las cosas que teníamos en común fueron saliendo poco a poco, construyendo un ambiente acogedor y cómodo del cual no quería salir. Sentía como nuestras miradas coincidían más de una vez, buscando cada uno la respuesta de algo en la mirada de otro. Es de los momentos más inolvidable que tengo.

La pregunta sería ¿qué pasaría ahora? Lamentablemente, nada. Desde aquel café juntos, hemos salido una que otra vez, hemos hablado y seguido descubriendo cosas de cada uno, pero aún sin dar el paso que seguro los dos queremos. A lo mejor es falta de valentía o de seguridad. Y aquí es donde doy respuesta a esta carta. No sé qué tan normal o seguido recibes este tipo de escritos, de seguro no mucho, pero es que he sentido que ya no puedo más.

Contemplando el cielo colorearse de rojo, decidí por fin escribirte esto. Y es que, aunque no deba ser yo quien dé el primer paso, aun lo estoy haciendo, al menos para decirte que me importas, que hay algo, amor, pensaras, pero sí, puede que sea eso. No todos los días en el umbral de la puerta de mi casa un chico me da un beso, como el que ocurrió ayer. Creo que recordar esa escena ahora que escribo esto hace más evidente mi sentimiento, pero como ya sabes, mi vida está en las letras, en los libros, en decir estas cosas por estos medios y temerle mucho más a enfrentarme a tu mirada.

Las horas pasan a cada minuto, las semanas también, los años aún más, y nosotros aún sin saber qué hacer. Espero que no me estés odiando ahora que lees todo esto y que no puedas hacer nada. Lo de mi viaje salió a última hora, mientras escribía esto recibí una llamada y el empacar la maleta no se hizo esperar. A lo mejor regrese pronto, no lo sé.

De todo lo que podre arrepentirme será de no tener el valor de decirte estas cosas en persona. Pero ninguno de los dos lo hizo. Ahora soy yo quien se marcha y eres tu quien no tiene la certeza si regresaré, pero nadie tiene asegurado jamás un final feliz, aunque espero que entre los dos alguna vez lo haya. Hubo una historia feliz, pero no un final. Sin más, tan solo que desearte buenos deseos, te dejo esta carta, te dejo mis palabras, mis sentimientos.

Con amor

Jacky.



¿Que piensas de esta nueva carta? 

Recuerda que puedes encontrar más contenido en el grupo de facebook María D. Escritos. 

El buzón está a la espera. ¿Quienes serán los protagonistas de la próxima carta? 




12 cartas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora