Valentine's Day {The Originals}

La historia de Elijah

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Historia 2: Solo para ti

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Qué lindo es viajar, ¿No?

A ti siempre te gustó conocer nuevos lugares, nuevas culturas, todo, excepto nuevas personas.

Siempre fuiste tan... Tan cerrado, tan tímido a abrir tu corazón a otras personas.

Eso se fue cuando llegaste a Latinoamérica, a mi país.

Te vi en la calle, era tu primer día en Colombia y se notaba por como veías a tu alrededor. La música, el calor de la costa, la arena blanca del mar de los siete colores te encantaba, pero te negabas a siquiera tocarla con las manos por no perder el estilo.

"Gringo no es" pensé yo en cuanto te vi. Desde siempre has tenido ese aspecto: demasiado clásico para ser un gringo cualquiera, castaño para ser alemán, ojos muy oscuros para ser británico. Pero eres tan guapo que desde el principio solo te imaginaba sin camisa ni pantalones corriendo a meterte en el mar.

Volviste al día siguiente a la misma playa donde a mí me gustaba pasar la tarde después del colegio. Era mi último año, me graduaba en pocos meses, era 1993, un año muy curioso, en el cual se debatían entre si estaba bien que una niña acalorada se soltara los botones de la camisa del uniforme para ir a la playa o no.

Y entonces me hablaste. Usé todo mi control para no reírme a carcajadas cuando dijiste "¿Qué es un raspado?". Lo dijiste en español y tu acento se marcó más, dejándome en claro que incluso tu voz era un deleite total.

Yo te dije "Raspado es hielo con jugo" y sonreíste al escuchar mis explicaciones simples, pero exactas.

"¿Lo recomiendas?" preguntaste y yo asentí varias veces.

Me fui a hacer mis tareas y no volví esa semana a la playa porque pronto llegarían los exámenes. Poco después supe que te habías decepcionado por no verme debido a que llamé tu atención desde que llegaste.

La semana de exámenes pasó y volví a la playa y tú estabas ahí, aún vestido con ese pesado traje que te quedaba muy bien solo porque no tenías ni una gota de sudor a la vista.

"Este se va a asar cual pollo" pensé viéndote y como si fuera un llamado, tú volteaste a verme.

Sonreíste. Tu sonrisa es hermosa, sonríe más seguido, mi amor.

Yo estaba con mi uniforme escolar: una falda gris, camisa y medias junto a los zapatos negros. Fui la primera en hablar y te pregunté qué te había parecido el raspado, me dijiste que excelente a pesar de haber tenido que probarlo solo.

Hablamos durante horas, tu siempre me hablaste en un español fluido, incluso me dijiste que sabias francés, alemán, latín y yo no sé cuántos lenguajes más. Siempre fui feliz solo escuchándote.

Eres tan listo, mi amor, de haber sabido que nuestro tiempo juntos era limitado te habría hecho más preguntas, habría deseado que me contaras más de tus vidas y me mostraras de todo lo que aprendiste.

Cuando el cielo se comenzó a pintar de naranja al igual que el agua del mar me preguntaste que haría el catorce de febrero, yo te pregunté qué pasaba ese día y me explicaste que era San Valentin, yo rodé los ojos, aún recuerdo lo que te contesté "Celebrar el día de San Valentin es como si un gringo celebrara el día de la virgen del Carmen". Soltaste una carcajada, la primea de muchas.