Frozen and Brave: Razones para amar a su hija Anna.

¿Mal comienzo?

Sentía su mirada sobre mí, era cómo un glaciar.

—¿Qué hace ella aquí? —preguntó en un tono más bajo.

“Ella” Ni siquiera se ha tomado la molestia de llamarme por mi nombre.

¿Elsa Arrendelle, quién te crees?

—Ha venido a tener una charla conmigo —dijo su padre intentando zanjar la discusión.

—Mérida —habló desde su lugar.

He volteado para encararla.

—Alejate de Anna —dijo amenazante.

—¿Disculpa? —me puse de pie y casi me recogía las mangas.
¿Ella quiere pelea?

—Elsa por favor —Adgar intervino.

—No, no voy a permitir que sigas pervirtiendo a mi hermana.

No sabía si sentirme ofendida o reírme. Opté por no decir nada.

—Siempre has sido una mala influencia para Anna —continuaba atacando sin contemplaciones.

Nadie se mete conmigo sin que la pague. Si no estuviera su padre ahí...

—Por supuesto que no —le respondí de inmediato. Debía contenerme, después de todo en verdad estaba a discusión mi relación con Anna.

Su rostro seguía viéndose indiferente, no entiendo cómo le hace para ocultar sus emociones con tanto estoicismo.

—Además, la única que decide si me alejo de ella o no, es la misma Anna —tal vez no me contuve lo suficiente.

En ese momento el color de su rostro cambió.
Estaba tan roja.

¿Elsa podía hacer esas expresiones? Se veía tan furiosa.

Por alguna razón me sentí realizada. Había prendido fuego a la persona más fría del mundo.