hogar, dulce hogar

7 0 0
                                    

No podía ser estaba a la vuelta de la esquina de mi casa y yo pensando que estaba en la otra punta de Madrid. Ahora comprendía la risa de Álvaro cuando le dije que estaba perdida.

- ¿Ya sabes dónde estamos, muñeca?

- Claro que sí, imbécil

- ¿Cómo es posible que no conozcas las calles más cercanas a tu casa?

- Tal vez, porque nunca pase por ellas.

- Oh, se me olvidaba que estaba hablando con la única persona que hace lo mismo todos los días.

- ¿A qué te refieres?

- Vamos Halaila eres la única que se va a la universidad todos los días por la misma calle, que si sale a comer fuera lo hace siempre en el mismo restaurante y que se compra toda la ropa en la misma tienda, menos la que te compra mama.

- ¿Y qué hay de malo en ser una mujer de costumbres?

- No eres una mujer de costumbres, eres una mujer aburrida.

- Si tú lo dices- ¿cómo se atrevía a meterse con mi estilo de vida? ¿Quién se creía? Él era el menos indicado para meterse con mi vida.

Llegamos al portal y comencé a buscar las llaves en el bolso, en ese momento Álvaro me aparto y abrió la puerta.

- ¿Desde cuándo tienes llaves?

- No las tengo preciosa, son las tuyas- dijo soltando una sonrisa maliciosa.

- ¡¡Se puede saber de dónde las sacaste!!

- De tu bolso, por cierto, bonito llavero- dijo señalando al llavero que colgaba de un extremo de las llaves. Era una rana rosa con un lazo en la oreja izquierda, el cual si le aprietas la barriga dice “I love you”.

- Es un regalo.- dije arrancándole las llaves de las manos

- Pues dile a tu noviecito que ya no tenéis 8 años para regalos tan infantiles.

- ¿Y a ti quien te dice que me lo regaló mi novio, lumbreras?- dije mientras abría la puerta del ascensor- me lo regalo mi sobrina.

- Vaya, no creí que nadie te tuviera tanto cariño como para regalarte algo.

- ¡Se puede saber qué narices tienes contra mí!

- ¿Yo? Nada, pero es que tú te lo tomas todo a mal. Solo bromeaba.

- Ya, pero es que tus bromas tienen tanta gracia como tu cara.

- Mi cara es preciosa, al contrario que la de otras.

- Permíteme discutírtelo.- salimos del ascensor y abrí la puerta de casa- Que tengas un buen día- dije sarcásticamente antes de cerrar la puerta.

- No te vas a librar de mí tan fácilmente- y antes de que la puerta se cerrara por completo entró.

- ¿Se puede saber a dónde te crees que vas?

- Pues a por una botella de agua o algo para tomar ¿quieres algo?

- ¡QUE SI QUIERO ALGO!- grite- como tienes tanta cara, te recuerdo que es Mi casa y que tu eres un “invitado” debería de ser yo la que te ofreciera algo, no tu.

- Mira Halaila, lo primero no me grites que no estoy sordo y tu voz es insoportablemente aguda- dijo tapándose los oídos- y segundo también es casa de MI novia y da la casualidad de que ella me dijo que hiciera lo mismo que hago en mi casa. Así que si no te importa voy a coger algo de tomar a la nevera y me voy a sentar en el sofá a ver el futbol- dijo mientras se dirigía a la cocina.

Mi nombre es HalailaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora