P r ó l o g o

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La pelicastaña se fue en aquel auto, viendo como dejaba ir tantos años juntos, sentía su mundo desmoronarse, sin embargo, no derramó ni una lágrima, había dicho que se iban por un viaje. No quería que luego preguntasen porqué estaba llorando. No podía, simplemente no podía quebrarles así el corazón a esos pequeños diciéndoles que no era un viaje que se iban para siempre.

¿Cómo esto pudo acabar así? ¿Cuándo esto llegó tan lejos? ¿Cuándo logró sentirse así por aquella persona? Preguntas sin respuestas, no es como si se llevase un registro de eso sin embargo todo inició aquella noche, esa maldita noche...

El manto del crepúsculo acababa de caer hace no mucho sobre el cielo, dándole paso a la luna, la cual se alzaba de a poco a medida que el tiempo pasaba de forma lenta, sin prisa alguna.

Allá; en una calle cualquiera, las farolas alumbraban de forma tenue y sólo dejaban apreciar de forma lúgubre una silueta femenina sin compañía.

Aquella muchacha maldecía entre dientes a medida que caminaba. Se le podía notar cierto enfado por su expresión y forma de caminar. Sus manos estaban manchadas de grasa para autos, al igual que su ropa a causa de que acaba de salir del taller mecánico donde trabajaba. Su enfado se debía a que su jefe le había puesto más trabajo de la cuenta por las mismas razones de siempre, haciéndole salir mucho más tarde de lo usual.

Iba tan distraída con sus propios pensamientos que no notó el momento cuando dos personas desconocidas empezaron a caminar detrás suya, saliendo de un callejón cercano el cual ya había dejado atrás a causa de su paso continuo.

Una mano se poso en su boca de forma brusca, prohibiéndole emitir palabra o sonido alguno. Sintió como ponían algo duro en su torso, tensándose al sentir aquel objeto desconocido. Creía tener una idea de lo que era aquello, por lo que se quedó en su lugar.

—Manos arriba —le dijo una voz femenina en un tono neutral, pero amenazante a su vez. Ante aquellas palabras, hizo lo pedido, apretando antes una tecla en su celular a la vez que internamente se agradecía a sí misma por llevar las manos en sus bolsillos todo este tiempo—. Haces algo y te mueres —volvió a hablar una vez la castaña le había obedecido sin replicar—. Jack, desmáyala.

Sintió algo húmedo en su rostro, un trapo. Empezó a forcejear por liberarse, cosa que le resultó en vano pues al final terminó respirando la sustancia que se encontraba en aquel trozo de tela.

Lo último que sus ojos pudieron captar, antes de que el cloroformo hiciese su efecto completamente, fue el rostro de un chico de cabellos negros, el cual estaba oculto tras unas gafas oscuras.

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Ahre, hola.

Avisamos que aunque seamos dos personas no es que será más rápido ya que también hay que organizarnos para acordar en que escribiremos y porque no podemos abandonar nuestras cuentas personales tampoco. Pero trataremos de no tardar mucho. UvU

Nota de Phoenix: Capítulo resubido por edición bai.

Phoekak0✨❤

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