dos

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-¡Jane, la cena está lista!

Finalmente dejo la foto a un lado, después de varios minutos de estar observándola. ¿Quién es H.S.? ¿Por qué está su fotografía aquí? ¿Qué estaba haciendo esa foto en mi armario?

Aprieto mi mandíbula ante el montón de cajas que siguen sin desempacar antes de dejar mi habitación y bajar las escaleras.

¿Debería decirles a mis padres acerca de la foto? Inmediatamente decido que no. La encontré en mi habitación y quiero guardarla para mí.

Como sea, no puedo dejar de lado mi curiosidad. Supuse que nada se había quedado en la casa cuando nos mudamos, y esa caja se ve que tiene algún valor sentimental. ¿De quién podría haber sido? ¿H.S?

Mientras me siento en el comedor junto a mis padres, la inquietante sonrisa en el rostro de aquel chico es la única cosa que ronda por mi mente. Supongo que es bueno tener mi mente ocupada en otra cosa que no sea tratar de suicidarme, incluso si esa cosa es una rara fotografía que encontré en el polvoriento armario de una antigua casa. Bueno, prometí que iba a ser más optimista. ¿Acaso no lo he sido?

- ¿Te gusta tu habitación?

Dirijo mi vista hacia los expresivos ojos de mi padre, enrollando desinteresadamente la pasta alrededor de mi tenedor.

-Sí, es... grande.

- ¡Debemos conseguirte muebles nuevos para llenar ese espacio!

-Está bien. Creo que tengo suficientes muebles.

Es evidente para mí que mis padres se pregunten el por qué soy tan negativa y sarcástica cuando ellos son todos unos rayos de luz. Literalmente, todo lo que dicen o hacen causa un efecto positivo. Deberían ser coronados universalmente rey y reina al optimismo.

Amo a mis padres. Lo hago. Pero a veces quiero huir lejos de ellos y su burbuja de positivismo.

-Así que, Jane -dice mi madre, poniendo ensalada sobre su plato-. Empiezas la escuela mañana.

Suspiro.

-Así es.

- ¿Emocionada?

Le dirijo una mirada y ella aprieta sus labios.

- ¡Oh vamos! harás muchos amigos nuevos.

-Los amigos están sobrevalorados.

Mis padres intercambian miradas.

-Jane, recuerda lo que hablamos antes de mudarnos -dice mi padre, ajustando los anteojos por encima de sus ojos.

Miro hacia mi comida.

-El mundo puede ser un hermoso lugar si tan sólo tienes una mente abierta -continúa hablando.

Muerdo mi labio inferior antes de poder replicarle.

-Sólo tienes que sonreírle al mundo y éste te sonreirá de regreso -para terminar, ambos, él y mi madre sonríen ampliamente hacia mí.

Aprieto mi mandíbula y exhalo.

-No lo entienden. No lo entienden y jamás lo entenderán -cierro mi boca tan pronto como las palabras salen de ésta. Me pongo de pie, haciendo mi plato a un lado.

Mis padres me observan, sorprendidos. Puedo ver que tienen miedo de que trate algo otra vez, y eso me molesta.

-Dios, relájense -me quejo-. No me cortaré de nuevo -dejo el comedor tratando de controlar el enojo dentro de mí.

Cierro la puerta de mi habitación tomando un par de profundos respiros. Camino y cierro las cortinas de la ventana quitando un par de cajas de mi camino. Suspiro y me siento sobre el colchón, descansando en mi espalda mirando hacia el techo.

Phantom [h.s] •Completa•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora