Gracias a su ingenio, Phichit logró desarrollar un método para comunicarse con Seung Gil.
Puesto que no se permitía el intercambio de información entre el Capitolio y los distritos, requirió de idea una manera para poder hablar con su amigo más allá de unas cuantas horas cada pocos meses, optando por algo muy obvio: cartas.
"Les mostré algunos de tus accesorios a unos amigos de la escuela y les encantaron. Claro que no les dije quién los hizo, justo como me pediste, pero están ansiosos por ver más y concuerdan en que tienes mucho talento. Mi madre me está enseñando a trabajar con otros materiales además de tela y me dejó que vaya los fines de semana con un amigo suyo que es diseñador para que gane más experiencia y amplíe mis horizontes. Si todo sale bien, mi madre me ayudará a confeccionar algunos de mis diseños y podré exhibirlos en la boutique. Otra cosa, ¿recuerdas a ese chico, Ogi, que siempre me molestaba y confundía a mis hamsters con ratas a propósito? Al parecer a su padre le dieron un puesto administrativo en el Distrito 2 y tuvo que mudarse. Pensé que al menos dejarían que se despidiera, pero fueron por él en plena clase y sólo se lo llevaron así nada más... "
Lo más simple resultó ser lo mejor. Phichit escribía cartas que ocultaba entre sus ropas y cubría con parches de tela como si fueran bolsillos, los cuales cerraba con un hilo escondido en un borde, para dar la apariencia de estaban sellados y no eran sino simples adornos. Al final, simplemente tenía que intercambiar sus mensajes por los que Seung Gil le daba, los cuales pese a que eran mucho más cortos ("Lunes: Fui a la escuela, entrené, practiqué por mi cuenta en casa, traté de convencer a mis padres que me dejaran tener una mascota sin éxito otra vez...") invariablemente le causaban una inmensa alegría.
-¡Ahí está Guang Hong!-exclamó Phloi, señalando emocionada a la pantalla, en la que se mostraba al ganador más reciente de los Juegos del Hambre.
Guang Hong Ji, de doce años, originario del Distrito 9, es el ganador más joven en mucho tiempo. Sinceramente pocos confiaron en que triunfaría y muchos más adjudicaban su victoria a un golpe de suerte, puesto que su rival restante, una tributo profesional que se destacó entre los demás y mató por sí sola a buena parte de los otros chicos, seguramente hubiera ganado de no haberse confiado tanto. Al final, Guang Hong no tuvo que hacer nada. Ella pereció por su propia mano, al comerse unas bayas venenosas.
Phichit lo recordó de en el desfile. Lo vistieron con un traje decorado con distintos tipos de grano que le quedaba demasiado grande, y durante la entrevista se mostró como un competidor fiero y agresivo, toda una máquina de matar... lo que no engañó a nadie. Durante todos los Juegos, el jovencito se ocupó de esconderse y pasar desapercibido. Incluso ahora, que se suponía era su gran noche, al verlo sentado en aquel sillón en el escenario, encogido sobre sí mismo y jugando a entrelazar sus dedos, mirando a cualquier sitio excepto a la pantalla que proyectaba sus mejores momentos en los Juegos, Phichit pensó que era casi como deseara estar en otro lado. Cuando el presentador le preguntó por sus planes a futuro, la respuesta del joven vencedor enterneció a la audiencia:
-Sólo quiero irme a casa.
-No se ve como un vencedor-opinó Prayut, externando en voz alta lo que rondaba por la mente de Phichit.
Sobre todo si le comparaba con los anteriores vencedores: JJ y los hermanos Crispino, que habían estado orgullosos, charlando sobre sus triunfos con entusiasmo y celebrando el recuento de sus victorias.
-Seguro aún no lo asimila del todo-sugirió Somsak a su hijo-A veces pasa, sobre todo cuando son tan jóvenes-concluyó, mirando fugazmente a Wattana, su mujer.
Phichit sabía que esos fueron unos Juegos especialmente intensos para su madre. Siempre lo eran, cuando tributos cercanos a su edad o a la de sus hermanos resultaban elegidos. En ocasiones era como si se sintiera culpable. Suponía que en éste caso se debía a que en el fondo, deseaba que el pequeño Guang Hong ganara, por encima del tributo el distrito 6, del que ella era la estilista encargada. Wattana siempre le reiteró a Phichit que la lealtad de un estilista, debía estar con su tributo, y apoyarlo aún si sus posibilidades de ganar fueran mínimas. Su deber, era animarlos hasta el final. Por eso, si en efecto deseó que ese chico del Distrito 9 ganara, con toda probabilidad sentía un inmenso remordimiento.
ESTÁS LEYENDO
Más allá del reflejo
Fiksi PenggemarLos Juegos del Hambre son motivo de unión y celebración. Para los tributos, representar a su distrito y luchar por la gloria eterna o morir en el intento, es el máximo honor. O al menos, eso fue lo que Phichit pensó toda su vida, hasta que... Parte...