7. Puertas

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Cuando subió las escaleras, MinSeok se dio el tiempo de observar detalladamente cada cuadro.

En uno de ellos, un JongDae de al menos doce años mecía un bebé en brazos con su perfecta sonrisa alumbrando la cámara. En otra, un niño de cinco años tiraba de la pierna de una mujer que intentaba cocinar. MinSeok notó entonces que ese niño era JongIn, después de todo su sonrisa no era igual a la que JongDae mostraba en el cuadro siguiente. Se leía en el decorado de la pared que hacía de fondo "Felices cinco años, DaeDae", y el chico se veía realmente feliz detrás de su pastel, sonriendo plenamente a la cámara. Era lo más hermoso que MinSeok podría haber visto en su vida.

Sacudió su cabeza y concentró su atención en lo que estaba por hacer. Las risas agudas y divertidas que se escuchaban desde arriba no hacían más que quitarle seguridad. Temía interrumpir algo importante y que JongDae lo terminara odiando por lo que restaba de clases. Él sólo no podía vivir con esa idea, pero de igual forma se arriesgó y subió, aún cuando las posibilidades de encontrarlo solo eran prácticamente nulas.

Las puertas eran blancas y se disponían de a pares a ambos lados del pasillo. La primera a la izquierda estaba cerrada, y a juzgar por los ruidos y risas femeninas que se escuchaban desde adentro no era del todo conveniente interrumpir. La primer puerta de la derecha estaba abierta: el baño. No había mucho que buscar allí.

La segunda puerta del lado izquierdo también estaba cerrada. Unas pegatinas con forma de letras armaban "Nini" con colores fluorescentes; era la habitación de JongIn.

¿JongDae estaría ahí dentro? Teniendo en cuenta que era su fiesta de cumpleaños, el chico (como buen anfitrión) debería atender a sus invitados en la planta baja. Además, ¿para qué estar en el cuarto de su hermano menor si podía hacerlo aún más fácil yendo al suyo propio?

MinSeok suspiró en un intento de ahogar el nudo que comenzaba a formarse en su garganta y se enfrentó a la última puerta. Era igual de blanca que las otras, sin nada personalizado como en la habitación de JongIn, tan sobria que no tenía sentido la emoción que provocaba en MinSeok. Puso su mano en el picaporte sorprendido por el temblor involuntario de sus miembros, como si se estuviera enfrentando a un oso pardo en lugar de a su amor platónico. Giró su mano y la puerta se abrió.

¿Por qué pasar su propia fiesta de cumpleaños dentro de su cuarto con la puerta sin seguro? No tenía sentido, la situación en si era ridícula, por lo que MinSeok se propuso a dar la vuelta y volver con sus amigos, que de seguro la estaban pasando bien.

O al menos iba a hacerlo. Su cuerpo entero se quedó de piedra cuando escuchó esa voz llamarlo.

— ¿MinSeok?

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¡hey, harry!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora