Venganza

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He aquí el tercer capítulo.

Disculpen por tardar mas de lo previsto como podrán notar al final este es un capitulo largo, Ademas tarde mucho en el lemon, Pero espero les guste

Utilizaré los separadores para marcar un cambio de narrador, esta vez será en primera persona.

Advertencias: Sexo explícito. 

Disfruten el capítulo.

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PRINCESA VALIENTE CAPITULO III: Venganza 

Mis ojos se fueron abriendo poco a poco, la poca luz me causaba dolor en las retinas, la cabeza me daba vueltas

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Mis ojos se fueron abriendo poco a poco, la poca luz me causaba dolor en las retinas, la cabeza me daba vueltas. Mi campo de visión se fue aclarando, maldita sea ¿Dónde estaba?, esta no era mi habitación ¿Que rayos me había pasado?

—Qué bueno que despierta Princesa-sama.

Una voz desconocida hablo. Provenía de un joven de cabello blanco y rostro parcialmente cubierto por una mascada, venia entrando con una bandeja en las manos.

—Yo... ¿Por qué me encuentro aquí?—trate de levantarme de la cama pero algo me detuvo, observe mi mano; me encontraba firmemente atada a la cabecera de la cama—. ¿Por qué estoy atada?

—Tranquilícese Princesa-sama, antes de responder a todas sus preguntas por favor coma algo—el peliblanco me acerco la bandeja, pero no tenía apetito así que aleje amablemente la bandeja negando con la cabeza

—No gracias, no tengo hambre—ponto los recuerdos comenzaron a volver, todos hasta el como Uchiha-sama apretó mi cuello cuando le dije que me matara. Supongo que después de eso quede inconsciente—Quiero ver al General Uchiha—le pedí al peliblanco

—Uchiha-sama no se encuentra en estos momentos, pero él me reprenderá si usted no prueba alimento. Por favor aunque sea beba el té­—Me insistió el joven acercándome el vaso lleno del líquido verde.

—No comeré ni beberé nada hasta ver al General Uchiha—hice un pequeño puchero y aleje el vaso que el joven me ofrecía.

Escuche como suspiraba frustrado, dejo el vaso y la bandeja a un lado de la cama sobre la mesita de noche.

—Iré a informarle a Uchiha-sama que desea verlo—dijo antes de salir de la tienda.

En cuanto creí que se había ido fije mi atención en la tela que sostenía mi muñeca. Trate de zafarla de mi mano, pero me estaba resultando más difícil de lo que esperaba

¡Maldición! Está muy bien sujeto, y no estaba mintiendo los nudos estaban bien hechos, podría ocupar la daga que estaba entre mi ropa pero aquello era mi último recurso, no me arriesgaría. Trate de jalar la tela desesperadamente para romperla pero solo conseguía lastimarme.

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