Princesa Valiente

Aquellos que hacen sacrificios

Este es el primer capítulo de mi historia, espero que sea de su agrado

Advertencia: Ninguna

Disfrútenlo uwu

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PRINCESA VALIENTE: CAPITULO I

¿Que son los sacrificios?, ¿una ofrenda echa para mostrar respeto, sumisión y obediencia hacia una fuerza mayor?, ¿son importantes? En ese momento ella no lo sabía, pero pronto descubriría la relevancia de aquella palabra: sacrificio.

— ¡Cuarta división apoyen al equipo médico!— Señalo a la otra dirección — ¡Arqueros a sus puestos, preparen sus armas, mantengan sus posiciones! ¡A mi orden disparen!

El fervor y decisión salían acompañando las órdenes que la pelirrosa lanzaba a sus soldados.

— ¡Disparen!

El día era soleado, un día cualquiera como otros. Sakura se encontraba sujetando el apacible rostro de del muchacho de cabellos oro que tenía en frente.

"—Vuelve pronto— dijo mirándolo fijamente".

"—No te preocupes, volveré antes de lo que te imaginas —"

Acto seguido el chico tomo la mano que reposaba en su mejilla para después besarla, se montó a su caballo no sin antes sonreírle a la chica para posteriormente dirigirse a su travesía en tierras desconocidas. Pese a aquel gesto, en el pecho de Sakura comenzó a plantarse el temor, el miedo de que su amado Naruto no regresara de su viaje.

— ¡Princesa-sama! —un grito la trajo a la realidad. Vio cómo pese al soleado día una lluvia comenzó, la diferencia era que en vez de agua eran flechas, las cuales tenían fuego en la punta, caían del cielo con ímpetu hacia los enemigos, sin embargo solo derribaba a unos pocos y causaba rasguños y quemaduras a otros.

— ¡Vuelvan a cargar!—

—Princesa-sama, las flechas comienza a escasear— le informo un soldado.

—Tsk Maldita sea...—susurro mirando al frente—detonen las minas entonces.

—Están a punto de agotarse —respondió el soldado.

Ahora se encontraban en una situación bastante desfavorable.

—Arrojen el aceite y retrocedan, utilizaremos el último recurso, ¡disparen los cañones! ¡No debemos dejarlos pasar! — 

Con rapidez comenzaron a cargar los cañones, mientras los arqueros se encargaban de las últimas flechas. Pero justo antes de prender fuego a estas y a las mechas de los cañones se escuchó una explosión.

— ¡Mierda! ¡CUBRANSE! —grito un soldado.

Antes de que pudieran reaccionar las bombas enemigas detonaron, el suelo se tiño de negro y rojo, la sangre salpicaba por todos lados, los múltiples heridos daban alaridos de dolor, los pocos suministros se estaban quemando.
Estaba tirada en el suelo, se mantenía observando aquella traumante escena, le pitaba un oído, no escuchaba con claridad, le ardía la espalda, ¡Dios, como le dolía respirar! Bajo su mirada a sus manos; le estaban sangrando. Comenzó a entrar en pánico.

— ¡Princesa –sama!

—Ya casi no nos quedan suministros... —susurros—... moriremos aquí... —susurros—... sería mejor opción rendirse... —susurros— ¡MALDICIÓN! ¡Vamos a morir...! —