Capítulo 13

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DESPEDIDA



-["Esto te pertenece. No olvides buscarme mi dulce Miah. Tu viaje inicia aquí. Prometo acompañarte."]

Hay una dulce calidez y el delicioso olor a césped recién cortado del señor Kyros rodeándome. Aprieto mis manos en una suave manta retorciéndome cuando algo me aprieta en mi espalda y siento el maravilloso martillar de un corazón en mis dedos. Quiero soltarme...pero...no quiero soltarme.

-¿Miah?

-["¡Miah! ¿No deseas olvidar toda esa humillación? ¿No deseas que él te deje en paz? ¿No quieres, ser reconocida por lo que llevas por dentro? ¿Por tu fortaleza? ¿Ser amada y apoyada?"]

-Miah, despierta.

Basta. No quiero oír eso. Maldito mentiroso, ¿Para qué me das esperanzas si a la final vas a abandonarme igual que todos los demás?

Me retuerzo aún más buscando huir de lo que sea que me aprisiona. ¿Por qué no me suelta?

-["El trato ha sido sellado."]

-¡MIAH!

Abro los ojos boqueando por aire, veo al señor Kyros a mi lado, tomando mis hombros con un poco de fuerza y una expresión preocupada. Me calmo inmediatamente, y me voy sentando poco a poco. Estoy a salvo. Estoy mareada y veo un poco borroso, aunque siento como me bajan gotas de sudor por la frente y mi espalda esta empapada. ¿Qué rayos fue eso? ¡Maldito Elek, ni siquiera en sueños me dejas en paz!

Coloco una mano en mi rostro y unas horribles ganas de llorar me abarcan. El señor Kyros me recuerda con un movimiento que no estoy sola, me coge en sus brazos y me sienta en sus piernas como si fuera una niña pequeña, y me rodea la espalda. Además, estamos en mi choza...sobre mi colchón.

-¿Pero qué-

-Miah, cálmate. Estás bien. Estas a salvo. Todo eso fue parte simplemente de una pesadilla.

Me quedo mirando sus dulces ojos, que ahora están naranjas en vez de ese negro profundo. Ha tomado la costumbre de bajar la guardia cuando está conmigo y permite que el verdadero color de ojos se muestre cuando se relaja. Incluso vi que le pasaba con Mon, pero ella simplemente no reacciono más que para suspirar como si estuviera ida por su belleza. Y la comprendía. Pero esto no era suficiente como para hacer que mi subconsciente olvidara que era lo que realmente debía de hacer. Debía irme de aquí a buscar ese malnacido.

Arrugo mi entrecejo y me permito respirar más tranquilamente, pero sin perder esa horrible sensación de que mi pecho y garganta queman por las ganas de llorar.

-Una pesadilla...si...un sueño...-miro hacia los lados un poco desesperada y cierro los ojos- Un recuerdo de lo que viví justo antes de llegar aquí.

-Pero pasado al fin y al cabo.

Me tapo la cara y me doy cuenta de que tengo aliento de dragón por acabar de despertarme. Oh, qué asco. ¿Cuánto tiempo habré dormido?

Llevo dos semanas enteras intentando absorber todos los conocimientos y experiencias sobre medicina y curación para sobrevivir a mi partida. Me iría mañana y apenas estaba terminando con dos de los muchos brebajes que aprendí a hacer aquí, por medio de todo lo que me enseñaron los ancianos y el señor Kyros. Casi no había descansado con toda la preocupación del tiempo.

Durante su boda, todo fue realmente mágico, muy especial. Estaba tan contenta. Fui la persona que los uniera y diera la bendición, además, madrina de bodas y el señor Kuol la persona que entrego a la mujer en brazos de su novio. Fue toda una gran celebración y tuve que hacerlo todo con ese  hermoso vestido que me hicieron las aldeanas. Se demoraron lo suyo en terminarlo, pero era porque cada vez agregaban más y más detalles. El corsé interior era en color ópalo, su blusa era dorada decorada con hermosos lirios blancos y amarillos, su cuello que me cubría hasta llegar a la manzana de adán era rojo con bordes dorados al igual que las grandes mangas rojas. La falda era roja y enorme sin llegar a molestarme al caminar con un bello velo semitransparente amarillo muy pálido, la capa era también roja y se extendía en el suelo. Me hicieron un peinado realmente hermoso, lleno de dangos y horquillas. Trate de imaginar un estilo chino pero no coincidía mucho, además de que llevaba un velo transparente exquisito que me tapaba media cara. ¡Fue increíble! ¡Cuánto talento! Realmente me veía como una eminencia ese día. Lo único malo era que por donde pasaba se arrodillaban, y era ridículo porque yo odio esas cosas. No es que me considere poca cosa, pero creo que no hay algo tan humillante como tener que arrodillarte delante de alguien; solo creo que sería correcto si fuera para agradar y alabar a Dios. Pero me tuve que tragar todos los regaños que quería darles por sus muestras de "respeto" hacía la sacerdotisa, solo porque quería que el señor Kyros estuviera feliz ese día. Creo que casi me da embolia cerebral de tanto poner los ojos en blanco a escondidas de lo irritante que era, y sonreír constantemente para quitar la cara de culo que ponía cuando me relajaba.

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