⌜A s y l u m⌟

20 1 0
                                    

— ¿La historia de mi vida, dices? ¿Que qué me trajo aquí? — echó la cabeza para atrás durante los segundos que duraron la gran irónica y pausada carcajada que soltó. En aquella oscura sala y bajo la poca luz de una bombilla de apariencia arcaica y ennegrecida por el paso del tiempo, el rubio parecía aún más sombrío y tétrico que de costumbre.

Volvió a bajar la cabeza, mirando hacia delante, clavando sus grandes y penetrantes ojos en la persona que tenía enfrente: Kim Namjoon, su psiquiatra. A pesar de la manera en la que le miraba su paciente, éste no se intimidó. No llevaba ni cinco años trabajando pero había asumido el rol completamente y con gran profesionalidad. Y por alguna razón, la gente como él, como Kim Taehyung, no le asustaba en absoluto. Es más, eran seres bastante curiosos a su parecer. Pareció apuntar algo en un cuaderno de notas, con rapidez; posiblemente las palabras del loco que se encontraba enfrente de él. Reprimió el impulso de chasquear la lengua, pues apenas podía ver con claridad lo que escribía debido a que toda la luz caía sobre la cabeza de Taehyung, agravando su aspecto precisamente por el hecho de que las sombras jugaban con su rostro. Algo ocurría con ese muchacho, algo realmente extraño y excepcional, lo mínimo como para que las luces siempre se fundieran o quedaran inutilizables cuando él estaba cerca. Y si era una casualidad, era una demasiado adecuada y oportuna.

Con delicadeza, el recién licenciado se acomodó las gafas, las cuáles estaba apunto de resbalarse y al borde del puente de la nariz; y asintió con la cabeza, contestando y a la vez esperando la respuesta del rubio.

Éste se tomó un par de segundos antes de hablar. — Pues... — movió la cabeza hacia ambos lados, haciendo sonar su cuello. De repente hizo ademán de levantarse.— ¡La culpa no es mía! ¡Yo no hice nada! —gritó, entre forcejeos inútiles para soltarse de los grilletes que le sujetaban con tan fiera fuerza que era imposible de separar sus piernas de la blanca silla. Después de segundos de lucha incesante, se dejó vencer por la fuerza que le superaba y se rindió, dejando caer sus hombros lo máximo que se le permitía. — Yo... Soy inocente. ¡Sí, lo soy! ¡Lo soy! ¡Lo soy! ¡Lo soy! — rió desquiciado.

Namjoon estuvo a punto de soltar un gran suspiro, sin embargo, no lo hizo. <<No es nada profesional de tu parte si lo haces, recuérdalo.>>
— Entonces –hizo una pausa en la cuál se aclaró la garganta— Dime, Taehyung, ¿porqué lo mataste?

— Tic, tac. Tic, tac. Tic, tac. ¡Vaya! ¡La bomba ha explotado! — canturreó como si de un niño pequeño se tratase mientras se balanceaba y se dejaba caer hacia la izquierda por cada Tic y a la derecha por cada tac. — Oh, ¿así que por eso estoy atado? — miró durante unos largos y eternos segundos la camisa de fuerza que lo sostenía. — ¿Creéis que estoy loco, verdad? — dirigió su mirada de nuevo hacia Namjoon. Se inclinó todo lo que pudo hacia él, mientras decía: — ¿Qué estoy loco, demente, chalado, desequilibrado y perturbado?— dejó latente una sonrisa de superioridad, dejando parte de su lengua asomarse entre sus labios.

Centró su mirada en el hombre que tenía enfrente, una mirada llena de odio y rencor. — ¿Sabes quién tiene la culpa? ¿Lo sabes? — alzó la ceja y ante el silencio, prosiguió hablando: — Pues permítame decir, Sr. Kim Namjoon, que el responsable y culpable de todo esto es Park Jimin.

Y acto seguido, rió.

The Devil's Jester ↬ ¿vmin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora