3 años después.
...
En un día como cualquier otro decidí salir a dar un paseo con mi mejor amigo, la felicidad que sentía a su lado era indescriptible por eso cada momento a su lado lo disfrutaba al máximo y también porque en casa me esperaba un ogro que odiaba verme sonreír o al menos, era lo que me daba a entender.
- ¿En qué piensas Sofía? - preguntó divertido.
-Ya te dije que no me gusta que me llames así Fernando, por favor- dije con tono de reclamo, aunque era más bien una súplica. -Estaba recordando cuando nos conocimos, mi querido Renzo. Nunca pensé que duraríamos tanto, honestamente pensé que eras un tipo de pervertido según lo que me contó la doctora Susan.
Reí a carcajadas mientras él se veía incómodo.
- ¿Renzo? ¿Esa es tu venganza? - Respiró hondo y se llevó una mano a su espesa cabellera castaña -Para ti soy Fernando, no sé quién es ese tal Renzo- dudó un momento -Espera, ¿Qué te dijo la doctora Flores sobre mí? - concluyó con la mirada perdida.
- Uhm... ¿Te suena Renzo Fernando Falivene Dias? ¡Tonto!- expresé mientras reía. -Ella me dijo y cito "Fernando te estaba mirando de una manera increíble, si me dice que te tomó una foto ese día lo creería sin dudar".
Vi como la mandíbula de Fernando caía al piso, no podía creerlo.
-Entonces ¿es cierto? - pregunté.
En un gesto de nerviosismo Fernando se rascó la nuca con desespero. Fue divertido verlo.
- Eh... Bueno, yo... es solo que estaba extrañado porque nunca te había visto y compartíamos la misma clase- dijo cuidadosamente -Además, me pareciste muy tierna. Aún recuerdo tus largas pestañas tratando fallidamente de acariciar tus mejillas- confesó.
Su expresión mientras hablaba era como la de un niño que había conocido a su súper héroe favorito. Al darse cuenta de cómo lo miraba continúo diciendo - No entiendo que ternura te vi, si eres un monstruo. - manifestó con sorna.
Mi respuesta fue un golpe en su frente seguido de un - Idiota-, a lo que reímos sin parar.
Durante nuestra salida fuimos al parque, conversamos, tomamos un helado y nuestra última parada fue en una pizzería cercana al vecindario de Fernando. Fue un día muy agradable, estar con él me llenaba, sentía calidez, era auténticamente feliz.
Ya en el establecimiento, nos sentamos en una mesa para dos. Cada uno revisaba el menú con extrema concentración para finalmente pedir lo mismo de siempre (íbamos a la misma pizzería todo el tiempo), supongo que perder el tiempo estando juntos era uno de nuestro hobbies favoritos después de comer pizza... Sí, comer era nuestro pasatiempo.
Fue la cita de pizza más extensa que había tenido con mi mejor amigo, hablábamos de cuanta tontería se nos ocurriera y dábamos un mordisco cada tema de conversación. Al final pedimos nuestra cena para llevar pues entre tanta habladuría ya se había enfriado al punto de que era desagradable de comer. Caminamos lentamente en dirección a su casa, ese día en particular estábamos más perezosos que nunca.
Estando en su casa fuimos a su habitación. Él se acomodó en su cama y yo por mi parte estaba sentada en un cómodo puff mirándolo fijamente, a lo que él respondió aclarándose la garganta. Tenía una expresión de incomodidad en su rostro, sentí que quería decir algo pero no lo lograba.
Después de abrir y cerrar la boca constantemente sin emitir sonido alguno por fin soltó algo.
- Tengo algo que contarte Miranda.
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Cuando el cielo se torna gris.
RomanceElla era una chica ordinaria, con problemas como cualquiera y a pesar de tener diecisiete años, la inmadurez le brotaba por los poros. - ¿Qué horas de llegar son estas Miranda? Una mujer decente no debería andar a estas horas en la calle y menos co...