Algunos se preguntaran que ocurrió con mi papá y otros como es que siendo "débil e insegura" era capaz de enfrentar a mi mamá con un poco más de osadía que antes.
Bueno, mi padre seguía presente. Mi amor por él nunca cambió pero nuestra relación sí. Durante esos tres años sus visitas se redujeron considerablemente, sólo iba tres veces por mes y cuando no podía trataba de cubrir su ausencia con regalos o dinero. Estaba agradecida aunque honestamente yo solo esperaba más amor de su parte. El lado positivo de sus acciones era que me estaba brindando, poco a poco y sin saberlo, una oportunidad para ser feliz.
Estuve ahorrando para poder ir a la universidad que quería, para estudiar lo que quería y para no depender más de mi madre. Me sentía aliviada al saber que mi futuro estaba en mis propias manos, me sentía con poder. Por primera vez me sentí más fuerte que mi mamá.
Siempre traté de ocultar el dinero de Ana, tenía miedo de que pudiera pisotear mis sueños. Aunque realmente no sé si era capaz de tal cosa, a veces sentía que ella no era tan mala como me hacía creer. Sin embargo, tenía el derecho de defender lo que quería.
En cuanto a mi actitud con ella, supongo que el día de mi independencia se estaba acercando por lo que me sentía con un poco más de valentía, aunque no la suficiente. De vez en cuando tenía recaídas, lloraba hasta quedar sin lágrimas y deseaba sinceramente que mi mamá abriera los ojos, muchas veces chillé porque necesitaba un abrazo suyo, muchas veces la extrañé a pesar de que estaba a mi lado. Yo la amaba. De verdad.
También, con el tiempo y el apoyo de Fernando creo que maduré un poco y fui forjando una personalidad un poco más decidida. No soy de las personas que crece en la soledad, esa es una cruz muy pesada que no quería cargar. Ahí tienen otra muestra de mi egoísmo.
(...)
Debido a la reputación impecable de mi papá como abogado, nuestra familia siempre vivió con comodidades aceptables y unos cuantos lujos que podía cubrir su dinero, pero mi madre era una persona excesiva y un poco arrogante, además de tener costumbres y aspiraciones elitistas. Siempre aparentaba tener mucho más de lo que en realidad tenía y no le bastaba con tirarse el dinero encima, ella necesitaba exhibirlo, razón por la que nunca faltaba a algún evento o reunión de la alta sociedad y motivo por el cual cuestionaba todos mis gustos o decisiones:
Cuida tu postura, no comas tanto, compórtate como una dama. Y la típica no deberías andar hasta tan tarde en la calle y menos si es con algún muchacho.
Cada vez que tenía una de sus fiestas extravagantes yo permanecía en casa tirada en un sofá de la sala comiendo porquerías hasta su hora de regreso –libertad-. Otro motivo por el que me odiaba. Sin contar que siempre me vestía como vagabundo según su percepción. Está demás decir que eso tampoco lo aprobaba.
Extrañamente un día me dijo que habría una reunión modesta en casa de la Familia Marader y me exigió que la acompañara. Quería dar la impresión de que a pesar de estar divorciada y tener una hija –yo-, seguía siendo una mujer respetable y a la altura y que además podía cuidar muy bien de su hija sin necesidad de tener compañía masculina –mentira-. Ahora que lo pienso no era una petición tan extraña. Estaba más que claro que mi mamá vivía de las apariencias, toda su vida era un teatro.
Casi sin problemas accedí a su petición, no me haría daño acompañarla al menos una vez.
(...)
Mi mandíbula rodó por el piso al ver el tamaño de la casa a la que me llevo mi madre. Era enorme e impresionante y más aún al pensar en cuanto dinero habría costado. El salón de la fiesta como todo el interior de la mansión era elegante y de buen gusto. El techo tenía tragaluces en forma de rectángulos distribuidos a lo largo del mismo, cada tragaluz tenía iluminación alrededor para dar vida a la noche dentro de la sala. Era todo un espectáculo dorado mientras que mirando hacia arriba tenías una perfecta vista de la noche. Las paredes de color beige estaban decoradas con pinturas y obras de arte de artistas reconocidos mientras que el piso que se extendía a nuestros pies era de madera color caoba, además de estar reluciente al punto de verte reflejado en él.
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Cuando el cielo se torna gris.
RomansaElla era una chica ordinaria, con problemas como cualquiera y a pesar de tener diecisiete años, la inmadurez le brotaba por los poros. - ¿Qué horas de llegar son estas Miranda? Una mujer decente no debería andar a estas horas en la calle y menos co...