CAPÍTULO 2: CONFLICTO DIPLOMATICO

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Habían pasado dos horas desde que Marian decidió permanecer aislada en su habitación. Scarlett, su doncella y amiga, decidió voluntariamente permanecer a su lado. Entretanto el príncipe Juan permanecía furioso en el trono. Su prima se atrevía a contradecirle y no presentarse ante él. Juan estaba acostumbrado a salirse siempre con la suya. Desde la época del reinado de su padre ya era caprichoso, y ahora que su hermano mayor era el rey su carácter no iba a mejor.

«El barón Harold tiene amistades en la capital. No lo sabía cuándo le encarcelé para intentar expropiarle sus tierras. Ahora corro el riesgo de ser cuestionado por la alta nobleza del reino, maldita sea. Si no me reconcilió con ellos enseguida me cuestionarán el trono. Muy bien iré yo mismo a buscar a esa asquerosa de mi prima ¿Qué remedio? Su padrino es uno de los más poderosos del reino» pensó Juan levantándose del trono.

EN LA HABITACIÓN DE MARIAN

Ambas chicas empezaban a tener mucha hambre. Marian le había dicho a Scarlett que se marchase cuando quisiese pero ésta última no quiso irse. Al cabo de un rato llamaron a la puerta.

—Marian, abre. Soy el príncipe.

—No abro si no me pides perdón.

—Un gobernante nunca se disculpa.

—Pues no abro.

«Mmm. En otras circunstancias la dejaría ahí hasta que se aburriese pero ahora la necesito. Además, Marina no debe creerse igual a mí»

— ¡No te atrevas a desafiarte! Aunque seas mi prima no te lo consentiré. ¡Soy tu príncipe! ¡El regente de Ricardo! ¡Tú me debes obediencia! ¡Todos me la deben!

Los gritos de Juan resonaban con fuerza dentro de la habitación.

—Si no sales por las buenas entonces lo haremos a las malas. ¡Guardias, derriben esa puerta!

Desde dentro de la instancia se empezaron a oír fuertes ruidos. Los guardias golpeaban fuertemente la puerta, las chicas retrocedieron un poco asustadas. Al poco rato Juan entró en el cuarto sonriendo de forma maliciosa. Para sorpresa de Marian lo primero que hizo su primo fue ordenar a algunos soldados que atrapasen a Scarlett, a pesar de los gritos de ésta última y de las quejas de Marian.

—Bueno, prima ¿Vas a ser obediente o tengo que enviar a tu sirvienta a la mazmorra?

— ¡Suéltala! No te ha hecho nada.

— ¿Nada? Mmm. Cierto, muy cierto, pero como sé que no te gusta verla así te servirá de lección.

Marian trató de acercarse a Scarlett pero unos guardias la cerraron el paso.

—Ahora, iremos todos juntos al salón del trono. Espera, todos no. Tú—señaló a Scarlett—Haz hago útil y traernos al trono algo de comer. Seguro que mi prima tiene hambre—Mira a Marian—Vamos, primita.

—Cuando regrese tu hermano se lo contaré todo.

—Será tu palabra contra la mía. En cualquier caso sin Ricardo aquí yo soy el único gobernante de Bretaña.

UN RATO DESPUÉS

EN LA SALA DEL TRONO

Juan estaba sentado en la mesa de la sala y Marian permanecía de pie junto a él.

—Puedes coger una silla, prima. No soy tan malo como para dejarte de pie aposta.

—Estoy bien, gracias.

— ¡Qué te sientes!

Coge una silla y se sienta.

—Bien. Te explico. ¿Recuerdas al barón Harold?

ROBIN HOOD, TRAVESURAS EN SHERWOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora