CAPÍTULO 8: LA CRUZADA

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AVISO IMPORTANTE. Este capítulo contiene ideas desfasadas propias de la sociedad medieval del siglo XII, así como expresiones políticamente incorrectas de ese entonces. Se recomienda leerlo con cuidado para no herir la sensibilidad de los lectores/as. Pido disculpas al público musulmán, si lo hubiese, porque este episodio es duro con respecto a ellos/as. Hay que tener en cuenta que aquí se habla de una guerra (La Tercera Cruzada) y las guerras siempre son injustas y racistas.


A Ricardo Corazón de León no le iba bien en Tierra Santa. Su aliado había muerto accidentalmente durante su viaje a Jerusalén, y tras su fallecimiento sus tropas habían regresado al . Tras está mala noticia las únicas fuerzas que quedaban para conquistar la ciudad eran los franceses de rey Felipe II de Francia, más el ejército inglés comandado por Ricardo, era un desastre. Los franceses e ingleses habían sido rivales durante mucho tiempo, y aunque ahora tenían un enemigo común eso no evitaba las diversas pullas entre ambos monarcas, lo que desestabilizaba el mando del ejército.

Ese día Ricardo se había reunido en privado con sus principales generales, destacaba entre ellos Robert de Locksley, el padre de Robin. La mano derecha del rey pero rechazado por varios de sus compañeros de armas por considerarle débil de carácter ante los moros infieles, que era como los ejércitos cristianos llamaban a los musulmanes, también se les llamaba "perros" porque, en opinión de algunos, quien no adoraba al dios cristiano no era mejor que un animal. Estos "apodos" no gustaban a Robert quien a pesar de ser diestro en el uso de varias armas no gozaba con la violencia, e incluso había sido el único general en prohibir a sus respectivas tropas que violasen a las mujeres musulmanas, e incluso que practicasen el pillaje, esto último era el saqueo de las casas de los musulmanes en el caso de que fuesen vencidos; una práctica muy habitual. Pues según las leyes de la guerra, las cuales no habían sido redactadas por ninguna corte ni ratificadas por ningún tribunal, los perdedores debían someterse a los vencedores sin condiciones; y tanto los franceses como los ingleses ese concepto lo tenían muy presente. De todos modos poco pillaje ni crímenes sexuales se podrían llevar a cabo en una ciudad sitiada, donde sus grandes murallas no permitían entrar al ejército invasor; aunque de vez en cuando asaltaban a grupos de musulmanes que trababan de escapar de la ciudad, y les robaban o violaban a sus mujeres, por supuesto no todos los ingleses eran iguales de bestias, ni tampoco los franceses, pero ni Ricardo ni Felipe II de Francia habían tomado medidas para impedir ni castigar este tipo de prácticas.

—Escucharme todos. Felipe no debe saber de esta reunión, y si lo supiese pasaremos de él—sentenció Ricardo.

—Bien dicho, majestad. Esos franceses están para hacer bulto y ni para eso sirven.

—Es gracioso que eso lo diga alguien que apenas ha perdido soldados en el frente—dijo Robert.

—¿Qué insinúas, Locksley?

—Qué eres un vago.

—¡A mí no me da lecciones un campesino!

El condado de Locksley pertenecía a un región agrícola inglesa. De ahí que a Robert algunos le apodaran "el campesino" en plan despectivo.

—¡SILENCIO! ¿Cómo voy a dirigir ningún ataque si mis generales no dejan de pelearse como si fuesen unos críos? Los perros se han protegido detrás de sus murallas; han interrumpido nuestro correo con Inglaterra, no sé nada de mi hermano ni de mi prima; Barbarroja ha muerto antes de llegar a nuestro posición; Fernando no hace más que molestarme. ¡Y vosotros no paráis de discutir! ¡Así no se puede conquistar nada! Saladino se ríe de mí, se ríe de todos nosotros y es por vuestra culpa.

Saladino era el nombre por el que los cristianos llamaban al sultán Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb. Gobernante de Jerusalén y también de Egipto y Siria.

ROBIN HOOD, TRAVESURAS EN SHERWOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora