CAPÍTULO 6: CONFESIONES

511 22 32
                                    

El novicio James había llegado con el sheriff a una aldea cercana, durante el camino el oficial fue tapado con una manta, en parte para no pasar demasiado frío pero especialmente para no mostrar impúdicamente su cuerpo. Allí le guío hasta una tienda de ropa, no era un comercio muy lujoso ni demandado; pero como dijo el religioso "era mejor que ir desnudo".

—Lo siento, hermano. Tú no llevas dinero y yo no podía pagarte nada mejor—dijo James al ver a sheriff vestido con unos pantalones negros de dudosa calidad y un chaleco marrón bastante desgastado. No tenía calzado porque en la tienda no vendían, ni tampoco el novicio tenía más dinero.

—Tendrá que servir, gracias. Lo que no me gusta es ir descalzo.

—Bueno... ahora iremos al confesionario.

—No lo necesito.

—Claro que sí, pecador de la carne.

—Mira, hermano, yo me voy. Gracias por todo.

De pronto el monje se puso serio y miró al otro.

— ¡Tú te quedas aquí conmigo, o llamó a la guardia!

—La guardia soy yo. Soy un oficial.

—No. Ahora solo eres un pecador descarriado.

EN OTRO LUGAR

La princesa Marian, Scarlett y la guardia seguían caminando por el bosque. Las niñas todavía iban montadas en aquellos ciervos, mientras algunos soldados las seguían de cerca. Debido a las malas experiencias de las noches anteriores todos iban muy alertas, nadie confiaba en que no hubiese más problemas.

—Al anochecer intentaremos buscar una zona elevada, o incluso un pueblo a ser posible—dijo el sargento.

— ¿Una posada, señor?

—Sí, soldado. Al menos para su alteza y su... doncella.

— ¿Y los demás?

—Algunos tal vez podamos dormir en la posada, pero no creo que todos. No tenemos tanto dinero.

—Pero, ¿Es seguro que una princesa se hospede en una posada común?

—No. Pero la experiencia ya no ha demostrado que tampoco es seguro que duerma al raso.

EN EL CASTILLO DEL PRÍNCIPE JUAN

El príncipe caprichoso iba dando vueltas en círculo en plena sala del trono.

—Robín, Robín, Robín... ¡ODIO A ESE ROBIN! ¡Y a sus dos cómplices! ¡Los odio! ¡Tengo que librarme de ellos! Mmm. Aunque... pensándolo bien, ellos son menos peligrosos que esa niña inaguantable de Marian. Ay, si ella pone de su parte a los grandes señores de la capital, entonces... tendrá el respaldo y el poder necesarios para oponerse a mí. Entonces... ¿Qué? ¿Yo tendré que obedecerla a ella? ¡No! Ojala mi prima nunca regrese pero si regresa la quitaré de en medio para que no estorbe.

CON EL SHERIFF

El oficial, Philip Marc, finalmente había aceptado tomar confesión. James lo había guiado a una iglesia cercana, no era muy grande ni lujosa pero era suficiente para poder confesarse.

—Ave María Purísima.

—Sin pecado concebida. ¿Qué pecados te afligen, hijo?

—Pues no sé. Ese novicio dijo que yo era un pecador de la carne.

—Explícate.

—Es que me robaron la ropa.

—Exhibicionismo.

ROBIN HOOD, TRAVESURAS EN SHERWOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora