Un día de pis-cina (Parte 5)

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Respiré profundamente y emprendí marcha de vuelta a la mesa donde estaba la familia. Tuve todo el tiempo una sonrisa muy bien plasmada en mi rostro. Una sonrisa causada por lo motivada que ahora estoy. Me siento más refrescada, despreocupada, muy alegre, optimista, ¡me siento de maravilla! Y pensar que estas cosas que siento no he podido sentirlas tan solo por unas estúpidas ganas de orinar, pero en fin.

Regresé a donde estaban todos. Los padres de Renata se habían quedado en su sitio, pero mis padres estaban recostados a su costado en unas especies de camas hechas de tablones de madera pintados, por supuesto sin dejar de conversar. No sé cómo es que pueden estar conversando estando así, pero bueno, dejémoslos.

Antes de irme, había visto la mancha verdosa. Ya se había esparcido mucho, de tal manera que si hubiese orinado ahí, y mi pis estuviese amarilla, se hubiera notado, delatándome sin siquiera poder decir palabra. Menos mal que no fue así.

Mientras caminaba, decidí ver en dónde estaba Renata para ir a nadar junto a ella, pero me deprimí un poco cuando no la vi, teniendo una amplia vista de la piscina. Igual, de seguro la encontraré cuando llegue a donde mis padres y me lance al agua.

Caminé rápidamente, muy contenta de haber recuperado la movilidad. Me sentía totalmente bien en todo, mi cuerpo se sentía a gusto con las cosas, más oxigenado, más tranquilo, para nada tembloroso... Es que no me canso de repetir lo bien que me siento ahora.

Ya llegué, sin esperar la gigantesca ronda de preguntas hechas por mis padres:

- Hija, ¿en dónde te has metido? ¿Qué has estado haciendo que no te hemos visto por ningún lado? – preguntaron mis padres, y para responderles todo de una sola vez, les dije:

- Tan solo quería ir al baño, y ahí he estado, pero antes de ir me llamaron la atención muchas cosas que no he visto en el parque, y luego fui al baño y ya estoy aquí – dije apresuradamente, tropezándome a cada palabra y señalando a todas partes.

- ¿Y tanto has orinado? – dijo inoportunamente mi mamá entre pequeñas risas.

- Eeeh... bueno... Se me hizo muy largo el tiempo, y tantas cosas que he visto antes de ir... que para cuando llegué al baño ya estaba por orinarme encima, pero por suerte llegué a tiempo. Ahora me siento mucho mejor – aclaré. Le di palmaditas a mi estómago, ya que tanto ha sufrido hoy... desde hambre hasta escozor insoportable.

- ¿No quieres meterte de nuevo a la piscina? – Aconsejó mi papá – Aún hace bastante calor.

- ¡Sí, sí quiero! - dije muy ansiosa.

No dije más y me lancé a la piscina. No sentí casi nada de frío ya que mi cuerpo ya se había acostumbrado. Ahora puedo lanzarme todo lo que quiera, ya que no hay vejiga que me moleste.

Buceé un poco. De mucho me sirven las clases de natación que mañana en la mañana tomaré. Busqué entre los pies de la gente a Renata, pero no la encontré. Salí a la superficie, un poco angustiada por su ausencia, pero luego, vi a lo lejos a Carla con mi hermanita en sus brazos. "De seguro Renata está cerca", pensé, y efectivamente, lo estaba. Vi una cabeza salir bruscamente del agua. No dudé en querer asustarla, ya que vio detrás de sí misma.

Buceé hasta llegar detrás de ella, para luego taparle los ojos. Lo hice, pero su cara estaba con bloqueador, y se me resbaló, así pudiendo verme.

- ¡Aquí estabas! ¡Pensé que te habías ido a divagar por ahí! – me dijo emocionada por verme otra vez.

- Jeje, no, de hecho estaba en el baño, donde por fin encontré uno disponible – describí. Tuve que decirle algo sobre eso o iba a seguir preocupada por mí -, ahora me siento mucho mejor.

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