Capítulo 1

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I. CEMENTERIO

Lena

La suave brisa de verano soplaba su cabello de una forma elegante, mientras caminaba lentamente por los interminables terrenos del cementerio, dirigiéndose a la tumba que conocía como  a la palma de su mano, la que estuvo visitando casi diariamente ese último año.

Apoyó dieciocho girasoles en el suelo de tierra, cada una representaba un año que su hermano debió haber vivido. Lena Marrow se arrodillo en la tierra, acarició la lápida y una lágrima cayó por su rosada mejilla. La limpió, cerró los ojos y dio un largo suspiro.

—Hey Brad —le lanzó una sonrisa a la roca que llevaba gravada el nombre de su hermano —, ha pasado un año desde que partiste. No tienes idea de lo mucho que te he estado extrañando. Todos en casa te extrañan. Veo que Trina también vino a visitarte; trajo girasoles como yo —, rió entre lágrimas, acercando las flores que la novia de su hermano había traído por la mañana y poniéndolas junto a las suyas —. Recordó que eran tus flores favoritas. Sigue amándote, ¿sabes?

—Nuestra familia se encuentra en una mejor posición económica, gracias a Dios. Yo también he estado mejor, lidiando con tu muerte y todo lo demás. Mamá ha mejorado muchísimo; volvió a sonreír y está empezando a ayudarnos con los cultivos de nuevo. También pudimos permitirnos comprar una vaca, nuestros quesos y la leche que ordeñamos son un éxito en el mercado.

  —Bueno, hoy es el día de la Cosecha, y éste finalmente es el año donde mi presencia en el evento será obligatoria. Amelie estará ayudándome con el peinado, y me fabrico un hermoso vestido. Es tan tan talentosa para su edad. Teniendo solo catorce años, hace los vestidos más preciosos. La gente de la clase alta los compra, así que contribuyo mucho a la economía familiar —. Lena escucho las campanas de la Catedral sonando a la distancia, así que se despidió rápidamente de su hermano y fue rumbo a su hogar.

Caminó por las concurridas calles de Adwick, deteniéndose en plena marcha al ver el castillo, el cual pertenecía al Príncipe Harry. Sintió pena por la muchacha a la que elegiría esa misma noche, en la Cosecha Anual.

El oscuro y ominoso castillo se alzaba amenazante sobre la cabeza de Lena. Su marco esquelético recordaba a Lena a un cadáver, como los que —según rumores— habitaban el castillo; los cuerpos de las Elegidas anteriores.

Circulaban muchos rumores acerca de la Cosecha. Se decía que el propósito de este evento para que el Principe torture y luego asesine a la muchacha que escogía, de esa forma se libraba del enojo acumulado dentro de él. Otros decían que se llevaba a la chica a la cama, y luego de una noche de placer la mataba por la mañana. Otros creían que lo hacía para vengar a su fallecida esposa; la cual terminó su propia vida por la razón de que el poder apoderó la cabeza del Principe. Desde entonces, cada año en el aniversario de muerte de su esposa, la Princesa Alyssa, escogía entre todas las chicas cumplidas veintiún años y la llevaba a vivir con él en su castillo.

Pero su destino se volvía un misterio desde el segundo en el que la Elegida pasaba por la enorme entrada de caoba que sellaba y guardaba todos los secretos del castillo. Los sucesos que tenían lugar dentro de las paredes del castillo que aterrorizaban a cada niño del reino eran el misterio más grande. Era el primer año en el que Lena participaría en la Cosecha anual obligatoria, y su familia no podría tener más miedo de lo que tenían.

Tan solo pensar en Lena parada allí, junto a cientos de otras chicas, expuestas frente al temible Principe aterrorizaba a sus padres. No era un secreto que Lena pertenecía entre las chicas mas bellas del pueblo, con sus ojos azules grisáceos y delicadas facciones. De niña, solía tener un hermoso cabello castaño claro, el cual se fue aclarando año tras año, a consecuencia de días interminables de arduo trabajo bajo el sol.

Lena se preguntaba qué sucedía dentro del más grande y magnífico edificio de todo Adwick, tenía curiosidad acerca de como era el dormitorio principal, si tenían sirvientes trabajando para el Principe. ¿Vivía alguien más en el castillo, aparte del Principe? ¿Tenía mascotas? ¿O amigos que provenían de otros Reinos, tal vez?

Apartó la vista del increíblemente enorme castillo y continuo su camino por el pueblo. Al pasar, pudo ver a pequeños niños de la Clase Alta jugando con perros, y sonrió. Lena tenia una pasión por los críos —en especial por su hermanito menor, Ethan— y no podía esperar a tener unos propios algún día.

Llegó a su casa, y fue bienvenida por su hermana menor, Amelie.

—Gracias a Dios estás aquí, Lena —. Dijo Amelie, rodando los ojos; era un poquito descarada y madura para su edad. —Vamos. Tómate una ducha y espérame en nuestra habitación. ¡El vestido te está esperando! No puedo esperar a que lo veas —. Dijo Amelie, explotando de emoción. —Apúrate.

Lena subió las escaleras hasta el baño, el cual compartían todos los miembros de su familia. Desechó los trapos sucios a los cuales llamaba ropa y se metió a la ducha. Era su parte del día favorita. Solo se quedaba allí, parada, cabizbaja, mientras veía la mugre y el sudor del día ser lavados. Se sentía hermosa, fresca y limpia al terminar su baño diario.

Salió de la ducha y se envolvió a sí misma en una toalla, antes de ir a la habitación que compartía con Amelie y Ethan, donde el vestido más hermoso que había visto en toda su vida estaba esperándola.

Amelie era el talento de la familia. Descubrió su habilidad para la costura y el diseño de vestidos tras la muerte de Brad, mientras trataba de apartar su mente de todo lo que estaba pasando, llenando el vacío en su corazón que la muerte de Brad dejó.

Lena acaricio la tela de color rosa pastel. —Es tan hermoso — dijo, casi en un susurro. —Gracias, Am — Amelie sonrío, y ayudó a Lena a entrar en el vestido.

—¿Cómo estuvo tu visita a Brad? — preguntó su madre por detrás, trenzándole el pelo.

—Tranquila, como siempre. A parecer Trina también lo visitó. Le trajo girasoles.

—Qué lindo de su parte —dijo su madre, sonriendo. Trina era la hija de un comerciante de clase media. Cuando Brad enfermó, se ofreció para pagar todos sus medicamentos y sus cuentas médicas, pero no hubo nada que los doctores pudieran hacer por Brad. Falleció pacíficamente en su cama, rodeado por su familia y por Trina.

Terminó de peinarle, y Lena se miró en el espejo. Sonrío y agradeció a su madre, pero su expresión cambio al instante a una de terror, y nervios recorrieron su cuerpo. Su madre al parecer noto el cambio en la expresión de Lena y se sentó junto a ella.

—Hey, chiquita —susurró, acomodando una mecha de su cabello detrás de su oreja. —No te preocupes, ¿sí? Todo va a salir bien. Probablemente escogerá a la hija de un comerciante o a una chica de la clase alta —. Tener la belleza de Lena era una gran desventaja en el Reino donde vivía. Significaba que tus chances de ser elegida y pasar tus últimos días, o Dios sabe que, en el castillo, eran mayores que las de las otras chicas.

Lena asintió, suspirando. —¿Dónde está papá?

—Sigue trabajando. El mercado cerrará pronto, pero no esperes que llegue a casa antes de que den comienzo a la Cosecha. ¿Listas para irnos? —Lena asintió con la cabeza, y bajaron al primer piso. Salieron de su casa y siguieron a la multitud que se dirigía a la Plaza Pública, donde la Cosecha tenía lugar.

The Harvest || h.s. [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora