Había intentado hablar con Edward varias veces, pero terminaba sacándome la vuelta o simplemente no contestaba mis mensajes o mis llamadas. Incluso había ido a su casa y Mason me recibió con un pesar. Le había contado lo que pasó y me dijo que intentaría convencer a Ed de hablar conmigo, pero que no me hiciera ilusiones. Él era demasiado necio y testarudo por naturaleza, pero cuando lo lastimaba... era una roca impenetrable.
El día de las audiciones había llegado. Apenas faltaba una cuadra para que llegara la escuela cuando el barullo y el mar de gente comenzaron a ser visibles. Había un sinfín de reporteros en las dos aceras entrevistando a los alumnos de la escuela y, además, había fans de los cantantes que la harían de jueces intentando entrar a la escuela y hacerse pasar por alumnos. No podía creer toda la psicosis que había creado esta situación.
Entré a la escuela y todos los alumnos, o al menos la mayoría, ondeaban hojas con números. Según ellos eran el número en que tendrían su participación. Los integrantes de la clase de teatro habían obtenido los primeros números y algunos se estaban quejando por el favoritismo.
Intenté bloquearme para no escuchar nada más sobre el concurso. Toda esa charla estaba mareándome. Tenía un problema más importante. Necesitaba hablar con Edward sobre lo que había pasado ayer.
Después de tomar los libros que iba a necesitar me fui en busca de mi mejor amigo. Lo encontré recargado contra su casillero mientras Leila ondeaba y presumía el número 1. Obviamente ella sería la primera en adicionar. ¿Por qué no me impresionaba?
Puse los ojos en blanco y sin dudar me acerqué a Ed, quien obviamente estaba fastidiado de la conversación que estaba sosteniendo con la pelirroja.
—Las audiciones comenzaran en el primer periodo libre—chilló Leila—. Deberías ir a verme cantar. Soy realmente buena.
—Tengo práctica de basquetbol.
Fruncí el ceño. Eso era mentira. Habían cancelado todas las prácticas para que los alumnos pudieran presentarse a las audiciones.
Luche por contener una sonrisa de emoción. Él no quería estar con ella.
—Edward.
Tan solo había dicho las dos primeras letras de su nombre cuando él volteo y mi corazón se aceleró. Por un momento pude ver el alivio en su mirada, pero el recuerdo de ayer empañó todo y sus ojos se enturbiaron por la ira. Me esforcé por no encogerme del miedo y del dolor que aun sentía.
— ¿Qué quieres?
Leila se puso entre nosotros dos y apreté con fuerza mis manos sintiendo como las uñas se enterraban en mis palmas.
—Disculpa, pero estoy hablando con Ed.
—No, yo estoy hablando con Eddy. Tú deberías largarte.
Abrí la boca para decir algo, pero fui interrumpida por Edward.
—Caroline, estoy algo ocupado. ¿Hablamos luego?
Fruncí los labios para que no comenzaran a temblarme. Me tragué el nudo que se había formado en mi garganta y asentí lentamente. Me di la media vuelta largándome de ahí con la poca dignidad que aún me quedaba.
Intenté pasar el día con mis amigas y olvidarme de todo lo que estaba mal por un momento. Pero a la hora de la comida mis amigas tenían su audición, así que me la pase sola en la cafetería.
Mordí la manzana que había comprado mientras leía Cinder. Esto era lo que necesitaba por ahora.
— ¿Por qué tan solita?
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Chica, no eres invisible
Teen FictionCaroline Hastings es la chica más inteligente de la escuela, es una chica normal con muchos sueños, pero nada emocionante pasa en su vida. Edward Smith, el chico nuevo de la escuela, él está listo para enseñarle que no debe andar en las sombras y qu...