thanks ☽ jimsu

cuatro.

⎯ Así que eso pasó ⎯ le dijo con un tono ligeramente serio a Jimin.

El pelinegro asintió algo avergonzado y desvió su vista hacia sus pequeñas manos, comenzando a jugar con ellas ⎯ P-Perdón... no quería entrometerme, pero... y-yo necesitaba saber más.

⎯ ¿Más? ⎯ le miró extrañado.

⎯ Acerca de ti.

El día anterior no habían tenido la oportunidad de hablar, pues Yoongi, apenas tocó la suave cama de Jimin, se quedó profundamente dormido por el agotamiento. Claro estaba que no se salvaría de aquella charla. Lo primero que hizo al despertar, fue preguntarle cómo supo acerca de su asistencia al centro de diálisis.

Jimin le contó que hace un par de semanas había decidido seguirlo, quería averiguar más sobre él, qué cosas hacía, adónde iba, con quienes se juntaba. En uno de sus días de seguimiento, lo vio salir, lo cual se le hizo muy extraño, pues Yoongi solo iba a su centro de estudio, a su departamento y al parque. Cuando lo vio entrar a aquel lugar, sintió una presión en su pecho, sabía cuál era el objetivo de esos centros y, aunque quiso ir corriendo hacia allá y acompañar al castaño, no pudo. Esa noticia le había caído de golpe.

Recién ayer habría acumulado el suficiente valor como para encarar la dura realidad y acercarse.

Yoongi no pudo evitar asustarse cuando se enteró del «curioso» pasatiempo del pelinegro, pero... ¿cómo culparlo? Él le tomaba fotos a escondidas, todo con el objetivo de sentirlo, aunque sea, un poco cerca. Le entendía en cierta manera, sin embargo, su vida privada había sido develada sin su consentimiento.

⎯ Yoongi...

⎯ ¿Sí?

Jimin dudó un poco, no creía que estuviera bien preguntarle eso, pero necesitaba saberlo ⎯ ¿Tú te vas a....?

⎯ No lo sé ⎯ contestó en un bajo susurro. Tocar ese tema le aterraba ⎯. Espero que no, hay muchas cosas que quiero hacer. No estoy listo para... irme.

Y Jimin no estaba listo para dejarlo ir, el perder a ese chico no estaba entre sus planes, no sin antes ayudarlo a luchar.

⎯ No quiero que te vayas ⎯ aprovechando que el castaño estaba a su costado, bastó con que volteara un poco para poder mirarlo.

Yoongi sonrió de lado y le encaró también ⎯ ¿Sabes? Nunca prometo algo que no voy a cumplir, así que no puedo asegurarte que me sanaré, pero si puedo prometerte que voy a hacer todo lo posible.

⎯ Y yo prometo estar ahí para ti.

Ambos chicos se observaban, sumergiendo la habitación en un profundo silencio. Tanto Jimin como Yoongi tenían una idea de qué querían hacer a continuación.

Tal vez no era el momento, entonces... ¿por qué estaban acercándose cada vez más? Porque, aunque les doliera, no tenían ni la más mínima idea de cuánto tiempo tenían, cuánto más de este les sería concedido para continuar juntos. Lo último que debían desperdiciar era tiempo.

¿Qué importaba si solo se conocían unos meses? A ambos les bastaba con saber que uno era querido por el otro.

Sus rostros ardían. Los dos chicos, tímidamente, movían sus labios, intentando llevar un ritmo delicado, queriendo probar lo más que pudieran el dulce sabor de los belfos contrarios. El pelinegro llevó una de sus manos a la sonrojada mejilla de Yoongi y lo atrajo más, impidiendo que se separara y que rompiera ese momento tan cálido. Los chasquidos podían oírse en el silencioso cuarto; era como una dulce melodía para ambos.

La mejor melodía de todas.

Jimin se sintió el chico más feliz y afortunado cuando Yoongi le presentó a sus padres días después.

Los señores Min fueron muy amables con él. Jamás habían visto a Yoongi sonreír tanto y estaban realmente agradecidos.

En una de sus conversaciones, le contaron del trasplante que el castaño necesitaba, pero los intentos habían fracasado por diversas razones. Donantes incompatibles, pacientes con más tiempo de espera, descoordinaciones de último momento.

Después de varias semanas de acudir al centro de diálisis, Yoongi le pidió que lo acompañara a la clínica. Su mal no progresaba y requería de un tratamiento especial.

La primera vez que fueron a la clínica, permanecieron ahí durante varias horas y todo parecía complicarse. Las diálisis comenzaron a ser insuficientes y el donante nunca llegaba.

Sin embargo, días después, llegaron noticias firmes de un donante.

Celebraron en casa de Yoongi junto con sus padres y algunos familiares más, hasta Hoseok había sido invitado.

Queriendo alejarse un poco, avisaron que irían a caminar un rato. El silencio entre los dos jóvenes no era incómodo, disfrutaban de esa tranquilidad, además, sabían que si hablaban, comenzarían a gritar como locos por la felicidad.

Encontraron una banca, la limpiaron un poco y quitaron las hojas en ella, para poder sentarse.

⎯ Finalmente ⎯ dijeron al mismo tiempo y rieron por la coincidencia.

⎯ Solo una semana, Yoon ⎯ le sonrió y depositó un pequeño beso en su sien.

El castaño soltó un largo suspiro ⎯ Aún no creo que esto esté pasando, pero... y-yo... no lo sé ⎯ agachó la cabeza cuando sintió sus ojos arder.

Aquello alarmó a Jimin y con una de sus manos, elevó el rostro contrario ⎯ ¿Qué sucede?

⎯ Tengo miedo... en una semana pueden pasar tantas cosas, no quiero que termine siendo una cruel ilusión, no cuando ahora todo está yendo bien en mi vida ⎯ las lágrimas comenzaron a empapar el pálido rostro de Yoongi. Ahora que tenía a Jimin, no quería dejarlo.

⎯ Me gustaría decir que te entiendo, asegurarte que todo irá bien, pero... sólo puedo prometerte que estaré contigo pase lo que pase. Hasta el final ⎯ limpió las lágrimas con sus pulgares y junto su frente con la del castaño, regalándole una sincera sonrisa.

⎯ Yo te prometo que jamás voy a dejarte, que, aunque no estemos juntos todo el tiempo, siempre estaré ahí ⎯ acunó el rostro del pelinegro y besó sus labios fugazmente ⎯. Gracias por quedarte conmigo.

Jimin negó y le devolvió el beso al pálido chico ⎯ Gracias a ti por dejarme estar a tu lado.