🌁 T R E S 🌁

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=•••=~ANTES~

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~ANTES~


El tema de sus dos amores empezó a tomar cuerpo en su cabeza, entendía que su atracción por Valentín iba por lo pasional, el erotismo; mientras que Susan y despertaba su lado sentimental.

Sin embargo, las cosas no fueron bien con Valentín, pues había dedicado los últimos días a intentar algo, impulsado por la chispa que el rubio le provocaba, pero la ilusión de que Valentín se fijara en él se quedó en eso: ilusión, fuera de su imaginación él seguía siendo el chico más hetero del mundo.

- Hermano, venga, tengamos una charla de hombre a hombre - y pasó su dorado brazo por los hombros de Gabriel -. Usted es la verraquera, pero no se ponga bravo por lo que le voy a decir, tómelo como un consejo, es que a algunos compañeros usted les parece un poco... Usted me entiende

- no, la verdad no.

- ¿cómo se lo digo? Mmm, es que a veces usted tiene actitudes afeminadas y eso se rumorea en los pasillos, pero yo estoy en contra, somos amigos y siempre meto las manos al fuego por usted, yo les digo de frente que usted puede ser muchas cosas pero maricón nunca - Valentín movía la mano libre con firmeza -, que esos comportamientos suyos son por su clase social, y ellos no han dicho nada desde entonces. Sin embargo, si a uno como macho le tocan la hombría, uno tiene que hacer algo, demostrar que uno es todo un varón, callarlos.

- yo no tengo nada que demostrar - Gabriel se empezaba a enojar ante la charla machista, y al mismo tiempo se sentía mareado por escuchar esas palabras cerradas de los labios de Valentín.

- claro que no, hermano, pero hágalo por usted, a esa edad uno ya tiene que tener novia, experiencia con las mujeres. Yo tengo unas amiguitas y podría...

- No, gracias - Gabriel quitó el brazo de Valentín con brusquedad, deshaciendo el contacto que en un principio lo tenía brotando chipas por los poros -, eso no es lo mío. Con rumor o no, con comportamientos delicados o no, yo sigo siendo un hombre. Además a esta edad nada, mi vida no es un horario, no tengo que tener novia a los 13, perder la virginidad a los 16, comprometerme a los 20, casarme a los 21 y tener hijos a los 26 para que mi vida tenga sentido.

- no me levante la voz que yo sólo lo estoy ayudando.

- ¡¿ayudando?! Por favor, Valentín. Me estás corrigiendo como si todo lo que soy fuese un error.

- qué fea su actitud - en respuesta Gabriel ley clavo sus ojos miel con salvajismo -. No se ponga así, hablemos.

Y pasó lo increíble, Valentín se acercó a su cuerpo y quedó a centímetros de su cara. Gabriel sentía las manos del rubio sujetarlo por los brazos, la respiración chocando contra su nariz. Abrió los ojos cuando tuvo la suficiente valentía y debió levantar la cara porque su platónico era más alto, al menos una cabeza. Entonces todos sus sentidos se enfocaron en los rosados labios de Valentín, y apareció el eros, la expresión griega del amor que sentía por él, y se fueron los pensamientos, y llegaron las sensaciones. Incluso le pareció que Valentín se acercaba más, entre-cerró los ojos esperando el contacto.

- no puedo creer que sea de esos - y con esas palabras el rubio se alejó con algo de asco.

- ¿d-de qué ha-ablas?

- de usted, yo creí que era normal

- ¡¡soy normal!! - Gritó al borde de la desesperación -, ¡soy más normal que tú!

- no lo decía por ese lado - cuando Gabriel se enojaba era preocupante, parecía colapsar, incluso temblaba. Valentín intentaba remediar las cosas porque temía, pues Gabi era una bomba desconocida cuyo tiempo en reversa no se podía ver, podía estallar en cualquier momento, arrasando mucho o poco, tomando por sorpresa-, me refiero a que yo creía...

- No, no, no, déjame decirte lo que yo creía primero, creía que eras mi amigo. Y realmente espero que sepas lo qué significa - dicho eso, al borde de las lágrimas, Gabriel se fue dando una salida digna, con el mentón en alto a pesar de que por dentro se rompía.

Sabía que él era tan normal como Valentín, pero no las razones y eso lo dejaba en la misma incertidumbre.

De camino al baño chocó con unos bonitos pechos, Susan, quien de inmediato lo consoló. No fue hasta ese instante que renunció a sus dos amores, pues Valentín no tenía una mente por la misma sintonía liberal - y no era culpa suya, era culpa de Gabi por creer que podía cambiarlo, por dar por hecho que con esfuerzo Valentín era suyo -, y nadie es dueño de nadie ni de sus ideologías; y Susan era su única amistad real como para perderla sólo por el primer impulso de algo aún lejos de ser amor.

Por eso y por algunas razones más decidió dejar cosas como estaban, pero por desgracia cerrar su etapa con ellos dos no cerraba sus sentimientos, estos seguían latentes, ahora despiadados. Aun así Gabriel intento mostrarse firme en los almuerzos que aún compartía con ellos, sus platónicos.

- Hermano, gracias - volvió a ver a Valentín.

- ¿ah?

- por lo del otro día. Le juro que yo le había contado a mis amigos que Susan y yo nos acostamos en plan de charla entre cercanos, no me imaginé que se iba a volver un rumor, le juró que nunca quise exponer a mi Susi.

Valentín se refería a la vez en que Gabi le salvó el pellejo con Susan, pues toda la escuela terminó enterándose de que ella había perdido la virginidad tan joven, a pocos meses de relación y eso la devastó como mujer, era su intimidad. En consecuencia se puso furiosa con la única persona que lo sabía a parte de ella, su novio, y amenazó con terminarle y un mundo de cosas, pero Gabi calmó la marea diciendo que todo era un chisme, que Valentín nunca había abierto la boca, así el tema quedó en el pasado. Lo hizo por ambos, porque como novios se querían, pero más que nada por Susan.

- le debo una grande.

- no importa, eso hacemos los amigos.

- buena, tigre.

A pesar de lo que Gabriel hizo y lo que dijo, nada había vuelto a ser igual con Valentín desde el accidente del casi-beso, antes entre ellos había cierta cercanía de colegas, risas, bromas, pero todo se había reducido a un trato más frío donde cada palabra a pronunciar debía ser previamente pensada, no había cabida a la espontaneidad que antes tenían. De repente Gabriel no sólo era una bomba contra el tiempo, también era un terreno delicado que Valentín no quería pisar, que a duras penas trataba por los bordes; aunque ese problema no sólo era con el veisbolista, toda la escuela lo veía como una arena movediza que los iba a tragar... Bueno, no toda la escuela, casi toda.

Hubo «alguienes» que se escurrieron entre las cintas de "no pasar" que el mundo había tejido alrededor de Gabi, entre esa capa de incomprensión que implica la libertad. Una de esas era Susan...

- ¿Gabriel?, Disculpa, ese es mi lápiz.

- ¿qué? Este este es mío

- vale, entonces ese otro es mi lápiz y si no, aquel que está en la esquina del casillero, o cualquiera hasta que entiendas que esta es una tonta excusa para hablarte.

... Y el otro, era el chico más afeminado del colegio, del que había oído hablar pero que nunca se cruzó de frente. Hasta ese momento.

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Por los aires /«La historia de una promesa»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora