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Sebastian sonrió y hundió más sus uñas en la espalda de Chris, al tiempo que su talón lo espoleó para que aumentara la velocidad. Aquella mañana habían despertado para el round tres y definitivamente el rubio no decepcionaba. Tenía mucha energía, imaginación y propensión a darle besos apasionados que ahogaban sus gemidos desgarrados por el placer que experimentaba.

—¡Más! —jadeó arañando sin piedad la espalda ya lacerada de Chris — ¡no te detengas!

Chris siseó pero obedeció cada palabra aumentando la velocidad, para luego detenerse, sonreír y besar la pantorrilla del castaño, incluso dándole una pequeña mordida.

—Vaya que eres demandante cariño...

—¿Creías que sería soso y conformista?

—No, esperaba que fueras así de explosivo.

—Entonces no te quejes — sonrió al sentir el duro embate de castigo por lo dicho. Chris tomó sus piernas y las juntó, cerrándolas y colocándolas hacia un lado en el colchón. Seb suspiró al sentir el aumento de la fricción en esa posición y el aumento una vez más del ritmo. Evans sin duda era una máquina con mucha energía.

—Oh Chris, Chris... — repitió cerrando los ojos, concentrándose en las sensaciones hasta que el rubio aceleró con otra serie de movimientos contundentes que los hizo alcanzar el clímax entre el sudor, las sábanas revueltas y el suave aroma a café que inundaba ya su habitación.

—Oh Seb... vas a matarme.

—Moriremos juntos... y satisfechos.

El rubio rió y se tumbó boca arriba a su lado, recuperando su aliento y observando sus pechos subir y bajar ante el ejercicio matutino. Por un momento, sus respiraciones fueron el único sonido que llenó cada rincón, hasta que Chris suspiró y se giró de medio lado, contemplando al castaño.

—Hoy es el gran día.

—Lo es — Sebastian se giró también y le observó con los ojos entrecerrados — me siento tranquilo, confiado... porque tú estarás allí.

El modelo le sonrió y asintió, acercándose más y acariciándole un hombro y el brazo.

—Estaba pensando — murmuró jugando con los pelitos de su brazo — en que debería contarte todo lo que pasó años atrás. Cada detalle.

Sebastian pasó su brazo bajo su cabeza, irguiéndose un poco para verlo mejor.

—¿Estás seguro y listo para contarlo?

—Sí — entrelazó su mano con la del castaño — pero después pensé que quizá sea mejor si lo cuento luego de la velada. No quiero que nada más ocupe tu mente.

—Será como tú quieras cariño — le apretó los dedos — ¿puedo preguntar por qué te surgió la intención?

—Vi a alguien de mi pasado. Y creo que le conoces.

—¿En serio? — enredó sus piernas con las de Chris — ¿quién?

—Jonathan Rhys Meyers.

Sebastian alzó las cejas y frunció ligeramente la nariz.

—Es cierto entonces— Chris notó ese gesto — ¿tuvieron algo?

—Hace tantos años que ya ni recuerdo cómo comenzó — se encogió de hombros — fue una cosa de una semana, una de las primeras sesiones fotográficas que hice por mi cuenta. Explosivo y breve.

—Sé bien cómo puede ser de seductor.

—Entonces tú y él...

—No, nunca — Chris desvió la mirada hacia sus manos entrelazadas — de hecho, creo que me odia.

Fotografía PerfectaWhere stories live. Discover now