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El vuelo llegó sin retrasos y Sebastian suspiró dando gracias al cielo por eso. No podía esperar una hora más, necesitaba verlo, besarlo, tenerlo entre sus brazos. Casi corrió a su encuentro cuando al fin apareció entre la gente, con esa sonrisa franca y la pinta de explorador del National Geographic. Se obligó a calmarse y esperar a que llegara hasta él, a una distancia en la que fuera normal salir a su encuentro, pero Chris le ganó la idea. El rubio aceleró y lo tomó entre sus brazos, aspirando el aroma de su cabello mientras lo levantaba un poco del suelo.

—Estoy en casa — sentenció bajándolo y observándolo con ternura. Sebastian rió y encontró sus labios sin importarle estar rodeados de gente pasándolos al lado. Chris Evans era su novio. Y eso se sentía tremendamente bien.

—Bienvenido amor — susurró acunando su rostro — recuérdame ir contigo en la próxima oportunidad. Eso de que te quedes sin señal del celular me estresa.

—Sería perfecto si vinieras — le besó el cuello y se dejó arrastrar con todo y maleta rumbo al auto. —¿Cómo va todo lo de tu exposición?

—Viento en popa, estamos listos — acomodó el equipaje y subieron pronto. Chris rió cuando vio a Mackie al volante.

—Hey Chris — saludó el moreno — suban pronto sus traseros o encontraremos mucho tráfico y realmente no quiero escuchar sus arrumacos por más de lo necesario.

—Eres un aguafiestas — Seb rió y se acomodó al lado de Chris, acariciándole los cabellos, escuchando sus historias sin dejar de observar con atención cada detalle de su rostro, guardándolo en su memoria para reproducirlo luego en los días en que el rubio estuviera lejos de él.

Era increíble cómo su corazón palpitaba veloz y su cuerpo se sentía cálido y completo al estar a su lado. ¿Chris se sentiría igual? oh, esperaba que sí. Que los dos sintieran lo mismo, que los dos cayeran en ese abismo de la mano. Afortunadamente para todos, el tráfico fue ligero y llegaron sin mayor contratiempo al apartamento de Sebastian.

—Bien, aquí termina mi misión — Mackie se bajó del auto y le dio las llaves a Sebastian — espero que pasen un excelente fin de semana muchachos.

—Gracias — Chris lo abrazó y el moreno sonrió con sorpresa. Sebastian rió disimuladamente y bajó todo el equipaje, caminando pronto al elevador. El rubio lo siguió tras intercambiar otra corta conversación con Mackie, hasta que el moreno desapareció rumbo al lobby.

—Le caes bien — Sebastian le sonrió — y mira que es difícil.

—Es tu mejor amigo, te cuida y yo soy quien debe pasar su evaluación — Chris entrelazó sus dedos con los del castaño — creo que voy bien.

Sebastian volvió a reír y de pronto se sintió un poco idiota. Le dolía la cara de tanta risa, ¿era eso normal?, ¿era así la felicidad absoluta? Quizá era eso, se sentía muy bien estar con su novio, llegar a casa, abrir la puerta, empujarlo suavemente y abrazarlo otra vez, buscar su boca en un beso suave que poco a poco fue subiendo de tono. Ahogar sus gemidos de necesidad cuando sus manos fueron frenéticamente de arriba a abajo, quitando prendas, sin importar que todo el camino quedara hecho un desastre. Sentir su desnudez, la suavidad de su piel, el contacto del vello en su pecho, anclar sus manos a las redondas nalgas para conducirlo a la habitación principal, hasta llegar al baño y quedar bajo el fuerte afluente de agua caliente de la regadera.

Chris dejó que las fuertes manos del castaño fueran borrando con su toque el cansancio del viaje. Suspiró al sentir esos labios recorriendo su cuello al tiempo que los hábiles dedos regaban el jabón hasta abajo de su cintura.

—Estás tenso — susurró en su oído, mordiendo ligeramente bajo su oreja. Chris entreabrió los ojos y mordió su labio al sentir las manos de Sebastian enjabonando su pecho.

Fotografía PerfectaWhere stories live. Discover now