Uno.
Dos.
Tres.
Contaba las paradas con el fin de orientarse.
Cuando la vista no juega a tu favor es lo mejor que se puede hacer.
Eso, o pedir ayuda.
Pero todo el mundo sabía que ese precisamente no era su fuerte.
Miraba por la ventana. El día estaba nublado, lo que era un descanso para sus ojos, a pesar de las gafas de sol.
Alguien se había sentado a su lado. Alguien que, al parecer quería apropiarse de parte de su asiento.
- Perdona, chico.
No respondió. Y su recién adquirido acompañante tampoco se apartó.
La chica sentada en frente los miró por un instante, volviendo, sin apenas perder tiempo al libro que devoraba. Era como una regañina silenciosa, tan breve como una estrella fugaz.
Podía ver el color de su pelo, pero apenas alcanzaba a leer el título de la novela que la tenía tan absorbida.
Cuatro.
Por un momento, ella volvió a mirarlo. Fue sólo un segundo. Pero él se dio cuenta de que sus ojos eran oscuros. Oscuros pero tan cálidos como las brasas en invierno. Oscuros pero bonitos.
Cinco.
Ahí estaba de nuevo. Y esta vez él le devolvió la mirada. Mar y montaña. Una ola que besa la arena cuando sube la marea. Un salto al vacío.
Cuando llegó la sexta parada él cerró los ojos rehuyendo tales sensaciones.
Pero en la siguiente tuvo que abrirlos ya que su compañero de asiento se iba. Y ella le sonrió, celebrando la reconquista de su sitio.
Un escalofrío.
De la cabeza a los pies.
"No seas estúpido", se reprendió a sí mismo.
Pero, a su pesar, le devolvió la sonrisa.
En la octava parada ella cerró el libro y lo guardó en el bolso.
Sin una barrera de papel pudo verla en su totalidad. O al menos lo intentó, dibujando en su mente las partes más borrosas, completando un retrato de corte renacentista, de belleza clásica y a la par distinta. Muy distinta a la que fue su reina.
Cuando se aproximaban a la novena, ella empezó a incorporarse. Dejando tras de sí el olor a azúcar y los polvos de hada. La ilusión de alguien que ha visto demasiadas películas y piensa que en cualquier momento empezará a sonar la música de un número de claqué, y el chico de la mirada turquesa que se sienta en frente la cogerá de la muñeca justo antes de bajarse, se apagarán las luces y empezarán a bailar un vals, como sus miradas antes.
Sería maravilloso ¿Verdad?
Pero, evidentemente, aquello no iba a pasar.
Entonces él lo oyó.
Ese sonido.
Una notificación de la aplicación de la R.F.A.
No podía ser.
Pero él se estaba quedando ciego, no sordo.
La vibración en su bolsillo le dio la respuesta definitiva.
El autobús se para.
Un mensaje de Jumin.
Y él se levanta.
Una respuesta por parte de MC.
Se levanta y quiere cogerla de la muñeca justo antes de bajarse.
Pero, efectivamente, eso sólo sale bien en las películas.
Y en vez de música, lo único que oye es la puerta cerrarse. Los murmullos del resto de la gente.
Y lo único que ve es la forma difusa de ella.
Tecleando en su teléfono.
De modo que el suyo propio vibra en su mano.
ESTÁS LEYENDO
Mystic Messenger [One Shots]
FanficAquí quiero recopilar algunos relatos breves centrados en los distintos personajes de Mystic Messenger enfrentándose a todo sitio de situaciones: desde el romanticismo más azucarado a otros momentos con un toque más intenso. Mystic Messenger y sus p...