Capítulo 01

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La luz de la luna se colaba entre el ventanal de aquella linda habitación donde un joven ambarino velaba el sueño de una pequeña niña que había enfermado a causa de jugar bajo la lluvia, él le había advertido sobre las consecuencias que produciría su tonta idea, pero ella tan inocente hizo caso omiso y le desobedeció, ahora estaba con alta temperatura y el único que acudió a su auxilio fue él.

Sus padres estaban de luna de miel y para su suerte lo habían dejado al cuido de la pequeña y ahora ¿Qué iba hacer?, en su vida había cuidado de alguien. Aunque no sabía el por qué, pero muy en el fondo de su frio corazón sentía cierta necesidad de cuidar de ella.

Esa niña estaba ganándole el corazón de la forma más irreconocible.

Esos ojos avellanos plagados de inocencia hacían que todo el esfuerzo por verla recuperada valiera la pena. Nunca se había preocupado por otra persona que no fuese el mismo, pero al haber conocido un ser tan dulce y transparente emocionalmente lo hacía dudar de su propio comportamiento. Era absurdo cuestionarse así mismo, ninguna mujer había hecho esos estragos en su ser y lo peor del caso era que se trataba de una niña de tan sólo 8 años.

Era una niña sin gracia, así la catalogaba pues ¿Cómo la vería de otra forma un joven de 18 años? Sólo como una molestia, y, debía convencerse pues no sabría qué hacer si le llegara a tomar cariño.

= ° =

Había transcurrido la noche sin muchas complicaciones la fiebre había disminuido gracia a los paños de agua tibia que colocó en su frente y en diversos lugares de su cuerpo, aunque no logró dormir ni un poco estaba de alguna forma tranquilo aunque su rostro estoico no lo demostrara.

Ese día por fin llegaría su padre y ya no tendría que cuidarla, mucho menos estar pasando todos los días con ella, habían sido una tortura los últimos dos días si hubiese imaginado que el día de la boda de su padre lo tomarían como niñero no hubiese asomado sus narices, mejor quedarse en el internado que aguantar a esa revoltosa.

—Sesshōmaru… —escuchó una vocecilla chillona llamarle. Giró para quedar frente a la cama, siendo sorprendido por un abrazo de la pequeña. —gracias por cuidarme.

Se hizo un pequeño silencio pues él aun no salía del asombro ¿Cuándo fue la última vez que alguien lo había abrazado? No lo sabía. Era muy pequeño cuando su madre falleció.

Reaccionó al sentir los brazos de ella alejarse, cayendo en cuenta que estaban sus mejillas adornadas de un hermoso sonrojo. Le dedicó una mirada furiosa.

—No vuelvas hacer eso… Rin. —y sin más salió de la habitación.

Estaba confundido, ¿Por qué lo confundía de esa manera?, tal vez no estaba acostumbrado a esos tratos y al recibirlos estos últimos 3 días de la persona que menos esperó lo estaban volviendo loco.

—Niña tonta ¿Que me hiciste? —susurró el chico quedamente.

No podía decir aquellas palabras frente a ella, mucho menos cuestionarla. No porque no pudiera, la cuestión era que lo desarmaba con sólo verla a los ojos.

**

Pasó una semana desde el regreso de Izayoi y Tōga de su luna de miel, pero por alguna razón que aun desconocía la niña no se alejaba de él.

—Padre, ¿Por qué tengo que ser yo? —bufó el ojis dorado molesto.

—Ella quiere ir contigo. —aclaró el mayor colocando su mano en el hombro izquierdo de su hijo.

—No es nada mío ¿Por qué tendría que lidiar con ella? —escupió el chico histérico para que el hombre desistiera de esa locura.

—Es tu hermanita. —susurró Tōga cansino. El ojis dorado suspiró.

—Es hija de tu esposa. —zanjó el peli plata dando media vuelta para subir a su habitación.

El mayor volvió a llamarle. Al escuchar su nombre se detuvo, pero no volvió su mirada.

—Sesshōmaru, sé que no es tu hermana, pero nada pierdes con llevarla al parque de diversiones, ella anhela que tú la acompañes. —adujo el hombre con pesadez. Convencer a su hijo era agotador.

—Ya dije que no y es mi última palabra. —estaba muy molesto y más porque en el fondo quería complacer a la pequeña y eso hacía que le hirviera más la sangre.

—Hijo, te irás en dos meses más, luego no la volverás a ver por un tiempo. —remarcó Tōga como último recurso.

Miró a Sesshōmaru girar sobre sus talones y cuando iba a replicar apareció la causante de aquella pequeña riña que mantenía en vilo a ambos albinos.

—Neko-chan ¿Me acompañarás al parque? —indagó Rin con una sonrisa.

—Te he dicho que no me llames así. —arguyó el peli plata entre dientes.

—Pero a mí me gusta llamarte así. Me encantan tus ojos. —declaró la pequeña haciendo un tierno puchero. Él resopló era agotador discutir con esa revoltosa.

Mientras tanto Tōga e Izayoi disfrutaban de la hermosa escena que ambos hijos les regalaban. Era una discusión sin sentido, pero se miraban adorables más ver los gestos del joven ambarino jurarían que estaba por arrancarse el cabello de un sólo tirón, ya que no lograba persuadir a la pequeña. Salieron de su ensoñación cuando escucharon un grito de alegría por parte de la pequeña.

— ¡Escuchaste mami! Neko-chan me llevará mañana al parque de diversiones. —canturreó la niña sonriente mientras daba pequeños saltos de alegría.

Salió corriendo como rayo a su habitación para buscar entre su ropa la mejor para el paseo del día siguiente Izayoi fue tras ella dejando solos de nueva cuenta a los ambarinos.

—Al final Rin ganó. —se burló Tōga tocando el hombro de su hijo para luego soltar una leve risita, gesto que aún más molestó al joven. Ante esa niña estaba pérdido.

= ° =

Al día siguiente la niña despertó emocionada, se levantó, bañó y mudó. Llevaba puesto un hermoso vestido color naranja de tirantes con encaje en el borde color negro, un suéter del mismo color, ya que la mañana estaba fría, con unas zapatillas negras y una media coleta que le caía como cascada al lado derecho; bajó las escaleras lo más rápido que pudo para desayunar y empezar el día con el ambarino.

En la habitación del peli plata él se estaba terminando de vestir. Llevaba unos pantalones de mezclilla color negro con una camisa cuello V color roja y una chaqueta de cuero color negra con unas zapatillas del mismo color, recogió su cabello en una coleta alta y se dispuso a bajar. Al llegar al comedor miró a la niña que le regaló inmediatamente un:

—Buenos días. —él únicamente asintió en forma de saludo al instante arrugó el entrecejo al sentirse observado de forma insistente.

—Padre, deje de mirarme así, es un fastidio. —gruñó. Tōga rio por lo bajo.

— ¿Tan temprano y de malhumor querido hijo? —inquirió divertido; sin embargo no recibió respuesta sólo un gesto de desagrado por parte de él. —Sesshōmaru parece que vas a una cita, no a divertirte con una niña. —señaló el mayor entre risas.

Le encantaba fastidiar a su hijo, no era por nada malo simplemente quería verlo sonreír aunque lo único que lograba era que cada vez frunciera más el ceño.

—Tōga deja en paz a Sesshōmaru. —reprendió Izayoi a su esposo para luego dirigir una mirada coqueta al peli plata menor seguida de un guiño, pero éste no se inmutó.

—Rin, vamos antes que me arrepienta. —la niña brincó de su asiento para inmediatamente tomar la mano de su hermanastro.

Él empezó su andar no le molestó el gesto de Rin todo lo contrario le agradó la calidez que desprendía su pequeña mano, abrió la puerta del asiento trasero del auto, luego que la niña subió él se dispuso a hacer lo mismo al lado del piloto. Volteó a verla por el espejo retrovisor y le dedicó una leve sonrisa incluso imperceptible a los ojos de ella, seguía sin creerlo. Realmente ¿Ese pequeño pero adorable monstruo le estaba robando el corazón?

Mi Príncipe De Lagunas Doradas ☆Terminada☆ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora