Capítulo 14

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Alrededor de una hora de vuelo arribaron a Kioto, en la entrada del aeropuerto los esperaba un hombre de estatura baja, regordete y prácticamente calvo los pocos cabellos que aún tenía ya estaban de un color blanco cenizo por la edad. Al ver a la familia que se acercaba a donde él se encontraba hizo una leve reverencia como saludo.

— ¡Buenas tardes Myōga! —saludó Tōga.

— ¡Buenas tardes, Señor! Permítame las maletas. —extendió las manos para tomarlas, pero el peli plata mayor negó.

—No te preocupes nosotros las llevaremos, sólo abre la cajuela… ya no estás para estos trotes. —comentó Tōga en tono burlón. El hombre le sonrió agradecido.

Myōga era el encargado de la hacienda. Trabajaba con él desde hace muchos años, lo consideraba parte de su familia igual que a los demás empleados que residían ahí.

Abordaron el automóvil para minutos después abandonar la ciudad entrando a una parte boscosa. Al final del camino se podía apreciar una gran puerta de madera, sobre esta se encontraba una placa blanca con letras doradas “Hacienda Taishō”: era el grabado.

Al estar frente a ella las puertas se abrieron automáticamente. El camino estaba hecho de roca fina rodeado por un hermoso jardín que se extendía hasta la entrada principal de la casa hacienda. Frente a esta se encontraba una pequeña rotonda adornada en medio por una fuente que conectaba a tres hermosos perros blancos de mármol.

Al estacionar el auto frente a la entrada toda la familia se  dispuso a bajar de este. La castaña se encontraba maravillada con el lugar, era hermoso incluso más que la hacienda Takemaru.

— ¡Está increíble! —exclamó deslumbrada.

—Mi madre tenía buen gusto. —comentó Sesshōmaru que ya se encontraba a su lado en compañía de InuYasha.

La puerta principal se abrió dejando ver a una mujer ya entrada en edad, baja de estatura, cabello canoso sujetado en un chongo, su rostro era sereno y dulce. Les dedicó una sonrisa tierna a los presentes.

— ¡Bienvenidos! —hizo una leve reverencia.

— ¡Hola Shōga! Cuanto tiempo sin verte. —saludó el mayor. —deberías dejar de comer. —bromeó mientras colocaba sus manos en los hombros de ésta.

—Si pudiera, lo hubiese dejado hace mucho tiempo. —comentó divertida. Ambos rieron. —y ¿Mi niño? ¿Dónde está? —indagó acercándose a InuYasha. —No creo que sea éste. Recuerdo que se fue de este tamaño. ¿Qué le hiciste Tōga?

—La edad te está matando. Necesitas lentes. —señaló Sesshōmaru. —mi crecimiento no se detuvo. —aclaró serio. La mujer al escuchar aquella voz sonrió alegremente.

— ¡Mi niño! ¡Eres tú! —sin dudarlo lo abrazó. Éste palmeó la espalda de la mujer desanimado. —en esta casa se te ha extrañado tanto ¿Por qué no volviste a visitarnos? —indagó al separarse. —Urasue estará feliz.

— ¿Sigue viva la vieja? —inquirió sorprendido.

— ¡Sesshōmaru! —reprendió su padre. —no deberías expresarte así de tu nana. —la castaña al escuchar aquello rio por lo bajo.

—Y ¿Los demás? —averiguó curioso el mayor.

—Tōtō está en el rosal y Urasue…

— ¡Sesshōmaru! ¡Watashi no shiroi koinu! —se escuchó un grito proveniente del interior de la casa.

De esta salió una mujer mayor de cabello canoso a la altura del hombro, ojos grandes y nariz puntiaguda. El ojis dorado al ver a aquella mujer tomó a la castaña por los hombros colocándola frente a él para evitar que ésta se acercara. Por su parte Rin se encontraba en un ataque de risa.

Mi Príncipe De Lagunas Doradas ☆Terminada☆ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora