Capítulo 31

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La luz del nuevo día se colaba por el balcón de aquella habitación. Rin se removió entre aquellas sábanas blancas de seda  encontrándose con el rostro impoluto de su acompañante el cual dormía plácidamente. Sonrió sin poder evitarlo recordando los sucesos de la noche anterior.

Detalló su rostro gallardo. Aquel que mantenía su mejilla derecha presionada en la pequeña almohada mientras que la otra gozaba el aire fresco de la mañana. Como auto reflejo colocó una de sus manos en aquella mejilla fría detallando con su dedo índice la pequeña cicatriz que les recordaba lo sucedido hace un poco más de un año. Siguió su camino hasta centrarse en el cabello corto perdiendo poco a poco sus dedos en este. Fijó su mirada chocolate en aquella ámbar que la veía con intensidad.

—Hola. —susurró la castaña acariciando aun su cabello. — ¿Cómo amaneces? —indagó ahora acariciando su mejilla. Éste como respuesta se acercó para depositarle un sutil beso en los labios.

— ¿Cómo te sientes? —averiguó el peli plata al alejarse.

—Bien. —musitó la chica avergonzada. — ¡Feliz cumpleaños! —felicitó quedamente. Sesshōmaru volvió a besarla haciéndola sonreír.

Al romper el beso, Rin envolvió su cuerpo en la sabana tapando su desnudez, se levantó de la cama desconcertando al ojis  dorado.

— ¿Qué haces? —preguntó el chico con el ceño fruncido.

La ojis café ignoró aquella pregunta para caminar al lugar en donde se encontraba su mochila. En la bolsa más pequeña de esta buscó una cajita negra aterciopelada, al encontrarla se acercó nuevamente a la cama tomando asiento a la orilla de esta. El ambarino al verla junto a él decidió de igual manera sentarse para estar frente a frente.

—Toma. —ofreció la chica sonriente. Él observó el objeto ceñudo.

—No tengo un regalo para ti.

—No te estoy pidiendo uno. —aclaró la chica insistente.

—Se supone que es navidad. —debatió sereno.

—Es tu regalo de cumpleaños. —contrapuso seria. —así que tómalo y punto final. —determinó mirándolo fijamente.

Sesshōmaru bufó derrotado, quien lo viera no lo reconocería. Tomó la pequeña caja para segundos después abrirla encontrándose un colgante con una media luna de plata. El chico la miró con una ceja alzada.

— ¿Una media luna? —indagó curioso.

— ¿Te gusta? —inquirió la chica ignorando la pregunta anterior.

— ¿Por qué? —preguntó nuevamente el chico. Rin bajó su mirada apenada.

—Aquella noche en que te confesé mis sentimientos, en que empezó nuestro romance el cielo era decorado por una media luna, y pensé que podía ser un buen símbolo para contar nuestra historia. —Explicó quedamente mientras su rostro se volvía cada vez más rojo.

—Me encanta. —musitó el chico colocándoselo. —Nunca me la quitaré. —susurró colocando su mano en el mentón de ésta para verla a los ojos. —te amo. —aseguró para luego besarla con dulzura.

Poco a poco el beso fue aumentando su intensidad Sesshōmaru acarició suavemente la espalda de la chica para detenerse en su cintura apretándola levemente. Se alejó de sus labios para besar aquel cuello fino que lo volvía loco.

De pronto la puerta se abrió de golpe haciendo que ambos se alejaran. El peli plata observó a aquel intruso con molestia mientras que la castaña lo veía con horror.

—Ma-Ma-Mamá… —farfulló quedamente ante la mirada molesta de la peli negra.

La mujer caminó directamente hacia ellos deteniéndose frente a su hija la cual seguía sentada en la cama. Izayoi la miró con desprecio y sin dudarlo le propinó una bofetada.

Mi Príncipe De Lagunas Doradas ☆Terminada☆ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora