⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 4 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil.
Insatisfecha con lo que sabe de su pasado y deseosa de conocer más de él, Alaska se escapa del orfanato y se dirige hacia Little Hangleton, una villa muggle cuya...
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( ☆. 𝐸𝑃𝐼𝐿𝑂𝐺𝑈𝐸 ) 𝚏𝚒𝚗𝚊𝚕 𝚜𝚎𝚌𝚝𝚒𝚘𝚗.
━━━━━ iii. 𝘵𝘩𝘦 𝘦𝘱𝘪𝘭𝘰𝘨𝘶𝘦.
Cayeron de bruces sobre el césped. Alaska había cerrado los ojos mientras el traslador los transportaba, y seguía sin abrirlos. No se movió. Se aferró con más fuerza al cuerpo de Cedric, hundía su cabeza en el pecho mientras las lágrimas humedecían la camiseta, esperaba que, por arte de magia, el corazón de su amigo volviera a latir.
El estrépito de la multitud desoriento aún más a la chica, había voces por todas partes, pisadas, gritos. Alguien había intentado levantarla, alejarla de Cedric pero ella no lo permitió. No quería alejarse de él, ver nuevamente su rostro inexpresivo, no podría tolerarlo. Necesitaba encontrar la forma de arreglarlo, debía existir una manera de revivir a Cedric, algo, cualquier cosa. Él no se merecía eso. Debía estar vivo.
Aquellas palabras se reprodujeron, y las sombras que los rodeaban se las repetían a los de atrás, y luego otros las gritaron, las chillaron en la noche: «¡Está muerto!», «¡Está muerto!», «¡Cedric Diggory está muerto!»
—¿Alaska? ¿Qué está pasando?
La voz de Tim la obligó a reaccionar. Soltó el agarre y vio al chico de pie frente a ellos, gracias a su pequeña estatura había logrado hacerse paso entre la multitud. Parecía asustado.
El sentido común de Alaska le dijo que debía sacar a Tim de allí, ver la escena podría ser traumático para él. Muchas voces a su alrededor le hacían preguntas, algunas personas intentaban alejarla a la fuerza pero ella se resistió a todo. Volvió su mirada hacía Cedric y observó por última vez sus ojos. Soltó el aire que habia estado reteniendo y con su mano derecha cerró los parpados del castaño.
—Gracias por creer en mí, por estar conmigo siempre —Susurró Alaska entre jadeos—. No te olvidare nunca ¿sí? Me ocuparé de esto, lo prometo.
Entonces se levantó, alrededor de ella la multitud daba empujones, intentando acercarse y escuchaba chillidos y gritos ahogados. Muchos se le quedaban mirando, debía tener un aspecto deplorable.
—Vamos Tim, no deberías ver esto. —Logró articular la chica.
Parecía desconcertada y traumada, su túnica estaba desarreglada, tenía tierra en su rostro y un alborotado, y ahora irregular, cabello. Dio todo de sí para intentar verse relativamente bien, por Tim.
Guio a Tim fuera del campo de Quidditch, nadie hizo el intento de detenerlos, los dejaron salir. A pesar de sus gran esfuerzo, Alaska no se encontraba en su mejor estado mental. Cuando llegaron a las afueras del campo tuvo que soltar el agarre que Tim tenía sobre su brazo. Dio un par de pasos antes de que sus piernas se debilitaran, cayó de rodillas al suelo y ya no pudo seguir conteniéndose, comenzó a llorar en un intento de sentirse mejor después.
