•2• Voz

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Nuestra protagonista, desde el momento en el que aprendió a caminar, tuvo siempre un gusto y admiración por todo aquello que pareciera antiguo, extraño, con apariencia de guardar muchos secretos...sí, sus preferencias eran realmente peculiares pero aquellas preferencias fueron las que la llevaron a apreciar y valorar la casa que tenía enfrente suyo.

-¿Te gusta mi casa, querida?- preguntó la anciana a la chica que no apartaba la vista de la residencia.

-Es enorme...- respondió ella sin pensar. Cuando esta se percató de la pregunta y de su respuesta se ruborizó avergonzada -quiero decir que sí, su casa es muy grande y amplia.

-Luda, mi nombre es Luda Mae Hewitt- añadió la propietaria sin quitar aquella maternal sonrisa -siento no haberte preguntado tu nombre antes, querida.

-Oh, no se preocupe- nuestra protagonista le devolvió la sonrisa -además fue una falta de educación por mi parte no preguntar el nombre de nuestra anfitriona- comentó alegremente -mi nombre es Monika. Es un placer en conocerla, Luda.

Cada vez nuestra protagonista Monika le dejaba una mejor impresión a la anciana. Monika no solo era cordial y afable, también era una chica sonriente.

-Tienes un nombre precioso, Monika- opinó Luda -y eres bienvenida a mi casa- dicho aquello dirigió una mirada de desaprobación al cuarteto de la camioneta -la única verdaderamente bienvenida- acto seguido le guiño un ojo.

La muchacha miró hacia atrás, al cuarteto que sacaban las cosas de la camioneta. Visualizo ciertas cosas que le afirmaron que ellos no serían los mejores invitados para la familia Hewitt. Ella dejó escapar un suspiro, con sus actitudes Monika parecía la más madura del grupo.
Una vez terminaron Luda los acompañó adentro de su hogar. Su tamaño y anchura agradaba el aspecto antiguo y medio deteriorado del lugar, lo que hacía que la madera del suelo comenzara a crujir enseguida con los pasos apresurados de los invitados.

Pero ellos no se percataron del sótano que poseía aquella casa y que en ese sótano se encontraba un hombre en particular. Este, en cuanto oyó las pisadas de los jóvenes supo lo que significó, por lo que se preparó. En cuanto escuchara que las pisadas se marchasen a las habitaciones de arriba él saldría de su estancia y empezaría con su trabajo.
Sus deseos no se hicieron esperar pues enseguida los invitados fueron a sus cuartos. Él subió las escaleras del sótano, pero antes de abrir la puerta corredora de este y dejarse ver se percató de una conversación en la que participaba su querida madre y su tío, el sheriff Hoyt.

-Querida, él es mi esposo: el sheriff del condado de Travis, Hoyt- le presentó a la desconocida. El hombre pensó en bajar de nuevo y esperar a que terminasen de hablar, sin embargo una voz cantarina y animada lo detuvo, haciéndolo voltear y asomarse por una grieta para ver quién era la propietaria de ese sonido.
-Es un placer y un gusto en conocerle, señor Hoyt.

Por desgracia él fue incapaz de verla pues ambas figuras familiares le tapaban la vista. Poco después visualizo como Luda llevaba a la invitada escaleras arriba para mostrarle su habitación. Acto seguido el hombre salió para encontrase con su tío.

-Ahí estás, Tommy- así lo llamaban a pesar de que su nombre real era Thomas, pero ya se acostumbró a esa coletilla -tenemos carne fresca para mañana. Vete afuera y prepara las trampas, por si algunos de esos adolescentes capullos se les ocurre escaparse- le dictó. Thomas, sumiso a las órdenes de su familia, asintió con la cabeza. Volteó su cabeza a las escaleras, aún resonando en su cabeza la armoniosa voz de la joven desconocida -parece ser que tu madre se ha encariñado con una de las chicas- añadió antes de ir a la cocina.

Este dato extrañó bastante a Thomas. No era común que su madre sintiese afecto por alguien que pasaría a ser su comida el día siguiente. Aquello solo hizo aumentar su curiosidad de saber quien era ella.

Monika se hallaba sentada en la cama del cuarto mirando a la pared de color beis. Ciertos pensamientos y dudas que le rondaban la cabeza la ponían cada vez más nerviosa. Ya llevaba un buen rato así desde que empezó a profundizar sus ideas.
Suspirando observó la ventana, se levantó y se dirigió hacia esta. Observando el jardín le vino algo a la cabeza, algo que normalmente solía realizar cuando se encontraba nerviosa o necesitaba alejarse de todo. Sonriendo tomó de su mochila su libreta y un lápiz, aliso las sábanas y salió del dormitorio que Luda le había atribuido. Intentando no hacer ruido salió de la casa por la puerta trasera.

Thomas estaba colocando una las últimas trampas para osos en un punto concreto del lugar. Entonces escuchó pasos en la hierba, se volteó y visualizo la coleta de caballo de Monika ser ondeado por el viento. Él, pensando que trataba de escapar, se levantó con rapidez.

-Espera hijo- la voz maternal de su madre, quien recogía verduras del huerto para la cena, hizo detenerlo. La observó confuso al ver que su rostro era tranquilo y despreocupado. Luego con la ayuda de su cabeza apuntó a la dirección de la muchacha, quién se sentó bajo el único árbol del jardín -no creo que Monika se vaya, déjala Thomas- le pidió su madre para después entrar adentro.

-¿Monika?- pensó él devolviendo su vista a la chica la cual se hallaba escribiendo en su cuaderno. Por la forma de actuar de Luda y su rostro adivinó que la chica era la que poseía aquella dulce voz y quien había conseguido ganarse el corazón de Luda en pocas horas. Thomas se encargó a si mismo la misión de vigilar a Monika desde la distancia para controlar que no escapara...sin embargo...dentro de él no quería dejar de verla, a pesar de no saber como era debido a la distancia.

Pasaron las horas. No faltaba mucho para que el Sol se escondiera en el horizonte. Monika continuaba afuera, escribiendo y Thomas estaba adentro, pero no cesaba de observarla.
De repente vio como uno de los invitados se acercaba lentamente hacia ella y como de un tirón le quitó lo que parecía ser la cinta que sujetaba su cabello. Ella cerró su libreta y se levantó.

-Vale, muy gracioso Jeff- dijo algo sorprendida y molesta Monika -ahora devuelvemelo- pidió extendiendo su mano.

-Ven a por él, pitufa- espetó despectivamente. Cualquiera podría pensar de que se trata de una simple broma por parte de Jeff pero Monika no le provocaba gracia, en lo absoluto. Y a Thomas menos aún -¿qué pasa? ¿No te atreves, enano de jardín?

-Jeff, dámelo- dijo cortante -deja de ser un crío- intentó tomar la cinta blanca pero este levantó su brazo, burlándose de la estatura de Monika.

Thomas ya no lo soportaba. Sintió un gran odio hacia Jeff en ese momento pues le recordó las miles de veces que sus compañeros de clase se reían y le humillaban por su rostro. Salió y se encaminó hacia ellos.

-¿Qué pasa, bebé? ¿Ni ponerte de puntillas sirve?- continuó mofándose. Monika apretó los puños, estaba apunto de darle un puñetazo. Pero cuando alzó la mirada se sorprendió al ver a un hombre desconocido agarrar con fuerza el brazo de Jeff.

Este lo miraba con terror. No era por menos, la altura y la apariencia de Thomas cubierta por una máscara de cuero imponía demasiado. Él apretó más fuerte, haciendo que Jeff soltara el lazo. Cuando lo soltó este salió despavorido y Monika no podía estar más impresionada.
Thomas recogió la cinta del suelo y encaró a Monika.

Monika vio a aquel hombre alto, robusto y lleno de musculatura observarla con dos ojos negros como el carbón bajo un pelo marrón oscuro, desordenado, sucio y que le llegaba a los hombros. Pero esto no la asustó lo más mínimo.
Thomas quedó más que impresionado. Nunca vio a una muchacha con aquella estatura, Monika le sobrepasaba poco más de los codos. Tampoco esperaba verla vestida con un uniforme escolar. Pero aquello no la hacía ver rara a los ojos de Thomas. Este también se fijó en sus ojos, unos hermosos ojos color verde esmeralda unidos a un cabello castaño claro.

Ambos se miraron fijamente sin saber que hacer o que decir. Tan impresionados se quedaron el uno con el otro que se quedaron sin palabras. Antes de que Monika dijera algo Thomas extendió su mano vacia hacia la derecha de la castaña y la agarró suavemente, la levantó y puso sobre su palma la cinta blanca para después soltar su mano.
Monika estaba analizando lo sucedido cuando vio como Thomas se alejaba.

-¡E-espera!- le llamó. Thomas se detuvo y lentamente se giro para visualizar a la chica detrás de él agarrando la cinta -...muchas gracias- citó agradecida con la misma voz cantarina y animada. Thomas agrandro sus ojos, asintió varias veces y volvió a la casa, dejando a Monika allí.

Aquella chica extraña. [La Matanza de Texas| Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora