•4• Extraña

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Normalmente Thomas tumbaría a su víctima a la mesa bruscamente y la amarraría contra ella indiferente si le proporcionaba dolor o no. Pero el caso de Monika fue muy diferente. Él la tumbó con cuidado, tomó suavemente su barbilla y movió su cabeza para que esta quedara boca arriba. En vez de tomar los hierros comunes usó unas cuerdas con las que ató sus muñecas, tobillos y cuello a la tabla sin apretar demasiado.
Ya estaba lista, se dirigió a una mesa ajena donde residía su herramienta principal: su motosierra. Iba a tomarla pero bajó la mano enseguida, se giró para observar a la castaña durmiendo plácidamente. Entonces vio unas grandes tijeras al lado de su arma. Convencido las tomó, abriéndolas, separando ambos filos. Se dirigió al lugar donde dormía Monika, una vez allí puso un lado de las tijeras en el cuello de la muchacha. Un movimiento rápido y conciso, indoloro y ella jamás se enteraría, moriría en paz.

Ni siquiera pudo mover su mano aún tratando de convencerse. Por primera vez en mucho tiempo se veía incapaz de asesinar a alguien cuando ya lo había hecho varias veces y sin titubear. Tiró al suelo las tijeras y apretó los puños, confuso y frustrado. Levantó la vista hacia el cuerpo de la fémina...no sentía odio ni rabia hacia ella, nada podía convencerlo para asesinarla. Alzó su mano y posó la palma sobre la mejilla de Monika y la acarició con su pulgar. El que su mejilla ya no transmitiera calor lo alarmó en cierta medida, lo que hizo sostener el rostro de ella con sus dos manos.

-¿Acaso tiene frío?- se preguntó de una manera extrañamente protectiva. Thomas, inconscientemente, comenzaba a encariñarse con Monika. Tal vez por ser la única persona que le mostró algo de amabilidad en toda su vida con un simple gracias.

Entonces un fuerte grito lo sobresalto. Una de las chicas se había despertado del noqueo en la cabeza recibido por parte de Thomas. Él se giró bruscamente para verla llena de horror. De repente la furia y el odio se apoderó de este, se alejó de la castaña y se dirigió hacia la otra.

-¡No! ¡Alejate de ti!- le rogó exclamando pero de nada servía...Thomas no dudaría con ella.

Entonces Monika empezó a despertarse debido a los gritos de las víctimas y el sonido de la motosierra funcionar. Intentó moverse pero las cuerdas le impedían realizar casi algún movimiento. Su preocupación creció y con ello su angustia. Volteó la cabeza para espantarse con lo que vio, una de las chicas estaba siendo torturada por una figura ancha y alta. Un poco de sangre le salpico en el rostro cuando Thomas cortó la pierna derecha y no pudo evitar soltar una exclamación de horror. El hombre se giró a toda prisa y la castaña pudo observar como este la miraba con los ojos sorprendidos. Ella cambió su terror a asombro cuando lo reconoció.

-Tú eres...- no pudo acabar la frase. Ambos se quedaron mirándose el uno al otro hasta que Thomas agachó la cabeza, se dirigió hacia Monika, tomó las tijeras, se posicionó sobre ella apoyando su mano al lado de su cuerpo. Antes de posicionar el filo sobre su garganta ella lo detuvo sujetándolo de la muñeca -¡e-espera! ¡Espera un momento, por favor!

Thomas la miró confuso. Las cuencas de la menuda mostraban miedo y tristeza.

-Antes de matarme...¿puedo pedirte dos favores?- preguntó temblorosa mirando los ojos marrones oscuros, al igual que su pelo, de Thomas. Él, sin apartar la vista del color esmeralda en el rostro de la muchacha, asintió -¿he hecho algo malo?- interrogó para incrementar la duda de su futuro asesino -si he hecho algo malo, que haya podido ofender a ti o a tu familia y por ello desees matarme, por favor...perdóname...

La sorpresa de Thomas ya no podía llegar a más cuando ella se disculpó por algo que no había hecho. La sorpresa cambió a la pena, negó con la cabeza para luego dejar de lado la herramienta y cubrir los lados del rostro de Monika con sus manos. ¿Algo malo? En lo absoluto.
Su corazón se volvía cada vez más blando por aquella fémina, cuya cara no tardó en cubrirse por un color rosado por el cercano tacto del hombre.

-...antes de acabar conmigo..- pronunció susurrando sin rogar por su vida, Thomas le dio toda la atención posible -...¿puedes abrazarme?

Vale, eso no se lo esperaba. Ella estaba a punto de morir y su último deseo era un abrazo de su asesino. Pero su deseo poseía justificación: solo quería sentir de nuevo y por última vez el calor corporal de Thomas, aquella calidez tan reconfortante y agradable.
Realmente Monika sería la víctima más extraña que Thomas tuvo en su sótano.

Tratando de entender la razón de los deseos de la castaña él asintió nervioso, poco a poco rodeo su frágil cuerpo con sus brazos y apoyó su cabeza en su pecho. Thomas escuchó los latidos de la muchacha, eran increíblemente tranquilos para su situación...como si hubiera aceptado y asumido su muerte.

-Eres tan cálido...- susurró ella intentando decirlo lo más bajo posible pero el alto hombre la escuchó perfectamente. Él se separó y la volvió a observar con los ojos agrandados por sus palabras y un ligero sonrojo por parte de ambos -yo quería decir...- trató de excusarse pero ya nada importaba. Su vida terminaba en ese momento -gracias de nuevo...

Fue entonces cuando Jeff y su hermano se despertaron. Ambos fueron testigos de los dos cuerpos femeninos mutilados y como su futuro torturador se encontraba, según sus puntos de vista, a punto de asesinar a Monika. Ellos comenzaron a gritar de terror y uno pidió clemencia por la vida de la última chica superviviente.
Pero Thomas los ignoraba, solo se centraba en ella. Entonces volvió a coger las tijeras. Monika, con lágrimas asomándose con salir, cerró los ojos y apretó con fuerza los puños, rogando que todo acabara pronto.

Se oyó el chasquido de ambos filos. Thomas cortó la cuerda que sujetaba el cuello de la castaña en la mesa. Ella abrió lentamente los ojos para ver como la desataba para luego ver como la ataba juntando sus muñecas y tobillos sin demasiada fuerza.

-¿Q..qué estás...?- preguntó confusa y nerviosa. Sin decir palabra Thomas la tomó entre sus brazos y la llevó a otra habitación. Allí se encontraba una cama y una mesa de escritura. El hombre tumbó a Monika sobre el viejo colchón.

Tomó su decisión. La menuda castaña no moriría. Se quedaría con él y la escondería de su familia pues sabía que la harían daño si la encontraban. La protegería, la cuidaría...ella estaría bien con él.
De nuevo acarició la mejilla de la muchacha y apoyó su cabeza en la almohada. Ella necesitaba dormir y él acabar con los dos bastardos que quedaban. Antes de volver a su sala de tortura la arropo un poco con la sábana.

Aquella chica extraña. [La Matanza de Texas| Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora