#4. Me gus... tó, Leo.

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Era el segundo día de actividades, y Leo aún se sentía un poco adolorido luego de haber sido apaleado por Annabeth el día anterior. Pero al menos quería creer que lo peor ya había pasado, y con lo peor se refería a las ideas sangrientas de Ares. Si tenía suerte, el día de hoy llegaba Deméter y les regalaba cereales a todos. Eso era lo que necesitaba.

Cuando llegó al comedor y sus ojos se dirigieron a la mesa más abarrotada de todas, sin siquiera pensarlo mucho, se le encendieron las mejillas. Vio la alocada melena color carbón de Anahí, y sus dedos picaron ante el recuerdo del día anterior. Él había tocado su cabello, lo había acariciado sin pena alguna.

Bien, nunca era tarde para sentirse abochornado.

Pero lo valió. Ver el rostro moreno de Anahí cerca del suyo, pudiendo contar perfectamente los lunares en el límite entre su sien y el cabello, y aquel que reposaba sobre su mejilla. Se había sentido tentado a acariciarlo, pero supo contenerse. Aquello la habría asustado.

Sonrió como tonto al ver que ella aún tenía la bandita de Pokémon en la mano, la que le puso el día anterior luego de sacar la astilla. Ah, esos hermosos minutos a solas donde se tomó su tiempo solo para sujertarle la mano.

Más tarde, cuando se dirigían al punto donde se aparecería el siguiente dios, Leo se tropezó con sus propios pies por andar al pendiente de la risueña chica más al frente. Todos los que lo rodeaban (para su mala suerte, de la cabaña cinco) soltaron grandes y burlonas carcajadas. Incluso le dieron varios golpes en la nuca mientras pasaban, para que sea más difícil levantarse.

Suspiró conteniendo el enojo, y una mano se apareció ante su rostro.

—Me siento halagado —exclama al ver de quién se trataba—. Nico Di Angelo quiere ayudarme.

El hijo de Hades lo observó sin emociones, y entrecerró los ojos.

—Siempre puedo mover la mano y golpearte como todos.

—Ah, no, así está bien. Gracias.

Acepta la ayuda del chico, y una vez está de pie este vuelve a ignorarlo. Leo sonríe para sí mismo mientras apura el paso para ir junto a Nico.

Ese chico debía admitirlo, aunque diga lo contrario, le agradaba.

Reunidos como el día anterior, en una ronda, esperaron la llegada del siguiente olímpico. Leo rezaba que fuera Deméter mientras veía el rayo caer con gracia en el centro de la multitud. Pero lo que deseaba no se hizo realidad.

Entre el humo y el polvo que se levantó por el impacto, se aparecieron luces de reflectores. Escucharon el sonido de un arpa, y los hijos de Apolo comenzaron a gritar al reconocer la voz de su padre recitando uno de sus malos haikus.

Percy Jackson, junto a Leo, hizo una mueca mientras maldecía entre dientes.

— ¡Campamento Mestizo! —gritó el rubio levantando una mano, dejándose ver al fin—. ¡¿Estás listos para rockear?!

Tuvo que soportar la risa mientras lo veía hacer un solo con su pequeña arpa. Chispas doradas salieron de esta y se elevaron formando en lo alto unas palabras, tal como había sucedido el día anterior.

"Actividad dos: Concurso de talentos artísticos"

Era obvio que eso sería pan comido para los de la cabaña siete. Así que mientras ellos saltaban y rodeaban a su padre extasiados, los demás hicieron una mueca mirándose entre ellos.

—Yo no voy a sacrificarme otra vez —escuchó chillar a Anahí, y dejó de prestarle atención a la discusión con sus hermanos.

Ella estaba ante Travis y Connor, frunciendo un poco el ceño mientras se cruzaba de brazos. Ellos hacian gestos exagerados, juntando las manos mientras rogaban.

—Nadie quiere hacerlo, y si nos negamos nos van a descalificar... Sería algo vergonzoso para la cabaña once, Ani —gimoteaba Connor—. Vamos, canta o baila.

Anahí lo observó como si le hubiese salido un tercer ojo.

— ¿Alguna vez me escuchaste cantar o me viste bailar? ¡Soy una urraca sin gracia!

Una risa nasal se le escapó al oírla decir eso, lo que llamó la atención de la chica; quien le dedicó una mirada rápida antes de dar un paso atrás, avergonzada.

—Lo siento, chicos, yo no voy a presentarme.

La siguió con la mirada mientras ella se alejaba, y sintió que lo sacudían para llamar su atención. Leo frunció el ceño empujando a uno de sus hermanos para que lo deje en paz.

—Sí, sí, lo que sea.

No se enteró de que había aceptado formar parte de una miserable banda con otros cuatro hermanos, hasta que estuvo frente al micrófono en una pequeña práctica. Quiso salirse, pero una de sus hermanas le dedicó una mirada tan tenebrosa que desistió al final. Ya solo tenía una opción: hacer el ridículo.

—Y ahora... Eh... ¡Entre tornillos y tuercas!

Quiso pegarse un tiro al escuchar que los presentaban con ese nombre tan vergonzoso.

—Hefesto, ten piedad de nosotros —murmuró antes de que inicie el momento más penoso de su vida.

Desde el pequeño escenario pudo ver a Annabeth y Piper conteniendo la risa, mientra Percy por poco se hacía pipí a su lado. El hijo de Poseidón había presentado un baile en solitario, pero ahora todos olvidarían su ridículo movimiento de brazos y caída con la presentación de su cabaña. Lo peor fue cuando vio que Anahí estaba algo cerca, observándolo atenta.

Esa mirada oscura le provocó escalofríos, y al final de la presentación solo pudo retirarse cabizbajo. Quería enterrar la cabeza en la arena antes de escuchar las malas bromas de Percy, que lo seguiría hasta su muerte con esto.

—La cabaña siete ganó, qué raro, ¿no? —comentaron a su lado, causando que se exaltara.

Su corazón solo tuvo tranquilidad unos segundos, antes de volver a latir con fuerza.

Anahí sonreía de lado, con cierta timidez, mientras se sentaba junto a él.

—No debieron hacer todo esto si al final solo podían ganar ellos —refunfuña mirando al suelo.

—Al menos fue divertido.

—Fue vergonzoso.

Un silencio incómodo se extendió, mientras ambos observaban sus zapatos como si fueran lo más interesante del mundo. Anahí le dirigió una mirada de reojo mientras respiraba hondo, armándose de valor.

—Al menos tú sí te presentaste en representación de tu cabaña, yo dejé todo a manos de Connor, Travis y su rutina del títere.

Ambos rieron ante el recuerdo.

—Sí, pero...

—Me gustó. A pesar de todo, me gustó tu iniciativa.

¿En verdad dijo eso? Leo se sintió genial con dos simples oraciones, y esa pasó de ser una noche bochornosa, a una memorable.

Despeinada. [Leo Valdez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora